domingo, 16 de noviembre de 2008

GOLPE DE ALA FRESCA


No es posible encontrar palabras justas para lo que quiero decir, Santiago. ¿Y mamá dónde está? Tomando la foto, Santi. Tu mamá siempre está.



GOLPE DE ALA FRESCA

Un golpe de ala fresca tu mirada
Amor que mueve el tiempo en torbellino
Un algo en un profundo remolino
La vida se te acerca alborotada

La mano que te trajo fue tu hada
Y hay otra que te mece de ternura
Persisten la verdad y la blancura
Del alba que alumbraste en tu mirada

Azul ahora el tiempo que te habita
Azules los reflejos de tu alma
Y azul como si fuera un mar en calma

Sumido en la más triste letanía
Reflejo de un cielo de miradas
¡Qué importa que sea azul, si es alegría!

lunes, 10 de noviembre de 2008

DECÁLOGO PERSONAL PARA ESCRIBIR


Lo que dice mi lado racional después de haber leído esto:

Rarísimo decálogo, ya que quedó de quince puntos…
Además, ¿quién te crees que sos? Si empezaste a escribir ayer…
No…, no lo pongas en el blog, es pa´siempre, después te arrepentís…
¡Pretencioso!

Bueno..., ahí va...


1) Tener algo para decir, no una pavada, sino algo en lo que cifro mis esperanzas de iluminación del mundo.
2) Tratar de escribir bien: si elijo expresarme por escrito, debo dominar las leyes de lo escrito. Como un pintor debe dominar los cromatismos.
3) Tener fe. Si no la tengo, buscarla y rebuscarla. Si igual no puedo, huir con el pensamiento hacia el tiempo en el que aún la tenía en el arsenal de armas contra la muerte.
4) No preocuparme por nada que no sea lo que estoy escribiendo. Nada, nada, sólo vacío a ser llenado por los pesados engendros de mi pensamiento.
5) Nada de esperanza, nada de culpa, nada de divague: férrea voluntad de querer cambiar al mundo en la medida y con las posibilidades de mi inteligencia, si es que algo así existe.
6) No morir mientras escribo. O antes o después, pero no durante, ya que no hay nada más frustrante que leer una obra inconclusa debido a que el/la autor/a murió en el proceso.
7) Buscar el rasgo de estilo que me defina como escritor. Que me defina de una vez y para siempre, así me dejo de joder con eso. Después, negar ese rasgo.
8) Coherencia. Ante todo, coherencia.
9) Ahora que lo pienso bien, morir mientras escribo. Si es lo que más me gusta hacer (junto a otra cosa de la que nada diré aquí), será mejor que la parca blanca del romance me agarre en eso. Así muero feliz.
10) Como decía, un leve grado de incoherencia puede aceptarse.
11) Nada de honestidad. En los últimos días alguien elogió una novela de otro invocando como mayor virtud la honestidad. Al diablo. Quiero mentir. Quiero ser artificioso. Escribo para que piensen que soy más inteligente de lo que en realidad soy, y chau. No sé a qué responde esa suerte de trauma existencial con la cuestión de la sinceridad, honestidad, etc., pero a mí me importa un pito. Honestidad: cualidad que le viene mejor a los almaceneros.
12) Si voy a escribir barroco o neobarroco, como Carpentier, tener la precaución de no hacerlo con gastroenterocolitis. Quedan enunciados muy cortos, difíciles de retomar a la vuelta del baño.
13) Si voy a escribir parco, seco, cortante, como en algunos cuentos de Hemingway, esperar a tener gastroenterocolitis.
14) Transmitir lo trágico en tono cómico y viceversa.
15) Honestidad sí, pero en las limitaciones. Y esa honestidad no se busca ni se encuentra. Está allí donde están las mismas limitaciones de mis penosos intentos.