jueves, 15 de enero de 2009




Ritos de iniciación a la uruguaya

Debo tener un alma romántica de esas que se pasan viajando hacia lugares exóticos o añorando el tiempo pasado con tal de no estar en el presente. O al menos en determinados presentes, como ese que llega a través del canal 10 y me muestra a un muchacho de unos dieciséis años, totalmente borracho, que dice que acá en La Paloma no se puede creer la cantida´ de mujere´ que hay, vo´, impresionante, las mujere´, y mientras lo dice le sisea la lengua, o mejor dicho se le arrastra como una babosa pesada dentro de la boca.
No sé si lo que me causa más espanto es que ese muchacho puede ser mi hijo dentro de quince años (¿habrán hecho algo mal sus padres?), o que ese muchacho de seguro era yo a hace justo quince años. Creo que un ansia enorme de demostrar mi hombría me corría en aquel momento por las venas (que no por las neuronas, por cierto), y la forma era dominando la ingesta de cerveza (es decir, pareciendo un bebedor avezado) y hablando como si supiera de mujeres, como si las mujeres fueran un objeto de estudio o de propiedad.
A la vez me puse a pensar en cuál sería la razón para que pasaran esa nota en un informativo central. Enseguida recordé que el título de la nota era algo así como “Descontrol en las costas de Rocha”. Bárbaro… A pesar de lo que pueda pensarse, a pocos como a mí puede encontrar el descontrol para su defensa. A mí me gusta eso del “descontrol” (pienso en un recital de Manu Chao que fuimos a ver con Alejandra en el 2005, pienso en nuestra economía doméstica), pero tal vez sea de esos tipos que, en el medio de cierto acontecimiento, dicen “vamos a organizarnos”. O sea, relajo, pero con orden. O sea, que nadie muera, que a nadie se provoque, que no se abuse de nadie. Que haya lo que tenga que haber, pero que a nadie le resulte negativo.
Lo que yo percibí esa noche frente a las noticias es que nadie podía hacerse cargo de que lo negativo (un coma etílico, una sobredosis, un paro cardíaco, una agresión en barra, una violación) no sucediera. No había diversión colectiva (alcohol, drogas, sexo, o como quiera cada uno) sino algo que se me antojaba egoísta e inhumano. Inmediatamente saltó a mi cabeza eso de los ritos de iniciación. Claro, si se trata de eso, de última. Mientras los masai tienen que salir con dieciséis años a matar un león para subir al segundo grado como guerreros, en Uruguay los jóvenes tienen que hacer algo bastante menos, ¿cómo decirlo?..., jugado.

miércoles, 7 de enero de 2009

DICCIONARIO URUGUAYO (un poco desordenado...)


Desde el archivo va este diccionario por entregas. Es del 2004 y parte del 2005. Otra vida, casi...




J. Décima letra del abecedario. Una de las tantas que pasan desapercibidas la mayoría de las veces. No suele presentar grandes méritos, a decir verdad.
Jabalí, n. zool. Dícese del mamífero paquidermo (por lo tanto, y aunque nos resistamos a creerlo, pariente del elefante) considerado como cerdo salvaje (igual que algunas personas). Igual de salvajes resultan ser aquellos que, con perros, fusiles, escopetas, sables, ametralladoras y otras escopetas de caño recortado, se internan en los montes de para darle caza.
Jabalina, n. zool. Dícese de la hembra del jabalí, que usualmente es arrojada a distancia por forzudos deportistas en disparatadas competencias atléticas.
Jabato, n. zool. Producto que surge del cruce de las dos definiciones anteriores.
Jabón, n. Elemento elaborado con determinadas materias grasas que sirve para eliminar del cuerpo otro tipo de materias grasas. El famoso artista norteamericano Michael Jackson posee toda una colección de estos implementos. En su caso particular, no cabe duda de que son jabones de tocador.
Jaez, n. Dícese de los adornos que se ponen a las caballerías como símbolo de ostentación. Un ejemplo local podrían constituirlo los jinetes gauchescos improvisados (verdaderos adornos humanos) que debemos sufrir año tras año en el día del gaucho.
Japón, n. Lugar perteneciente a la mitología oriental, donde cuenta la leyenda que viven seres acostumbrados a trabajar mucho y sobreponerse a todo tipo de adversidades, tales como bombas atómicas y bloqueos económicos estadounidenses.
Japuta, n. zool. Pez hembra de los acantopterigios que se cría en el Mediterráneo, es comestible, y su madre no goza de muy buena reputación.
Jaque, n. Lance del juego del ajedrez mediante el cual se amenaza al rey por parte de alguna de las piezas contrarias. Si el rey es uruguayo, se le dice jaque mate. Y supongo que si es paraguayo le dirán jaque tereré.
Jaqueca, n. Especie de dolor de cabeza pronunciado que le sobreviene a los jugadores de ajedrez después de una partida complicada.
Jefe, n. Nombre que el ser humano ha dado a una de sus subespecies, cuya característica principal es la de ordenar que otros hagan el trabajo sucio.
Jerga, n. Palabra muy usada por los payadores para hacer de pie a otra muy parecida con la que rematan la payada.
Jibaku, n. Voz japonesa con la que se significa el abandono de la vida al servicio de la patria. Sirve para denominar, por una suerte de desvarío semántico, al torpedo tripulado que los japoneses solían utilizar en la segunda guerra (creo que los japoneses están todos locos). Sería imposible trasplantar este tipo de actitudes guerreras al soldado uruguayo, pues éste no sabe lo que es un torpedo. Lo más parecido que podríamos obtener aquí sería un “caballo tripulado”, con la casi imposibilidad de que desde su choque contra el objetivo enemigo sea provocada la muerte del tripulante por amor a su patria.
Jirafa, n. zool. Animal perteneciente a las mitologías de los pueblos africanos cuya paradigmática virtud es la de poseer un cuello muy largo, es decir, al igual que mucha gente en este país, mucho cogote.
Joven, n. Grupo etáreo caracterizado por su propensión a los viajes forzados al exterior.
Jubilado, n. Destino al que los jóvenes se acercan día a día.
Juicio, n. Lo que ha de sucedernos una vez se descubra quiénes hemos sido realmente. Al juicio que ostenta determinadas condiciones estéticas se le denomina Juicio Divino.
Julo, n. Res o caballería que va delante de las demás en el ganado. También es un vocablo muy usado por los payadores para facilitar la rima con otro muy parecido y que comienza con C.
Jurar, v. Acción por la cual uno se asegura que lo que va a decir es realmente una mentira. De lo contrario, no habría necesidad de jurar.
Justicia, n. Virtud más que utópica por la cual deberíamos dar a cada uno lo que se merece.
Justificación, n. Documento presentado ante quien corresponda para explicar, por medio de una mentira, que no hemos realizado lo que deberíamos haber hecho hace ya algún tiempo.
Juzgar, v. Vieja costumbre de nuestro país que nos permite involucrarnos (casi siempre sin autorización) en la vida, las decisiones, las creaciones y los comportamientos de los otros, siempre desde un lugar de impunidad. Nos consuela el hecho de que los demás hacen lo mismo con nuestra vida, nuestras decisiones, nuestras creaciones y nuestros comportamientos.