viernes, 15 de mayo de 2015

CARLOS MAGGI entrevistado acerca de Mario Arregui

Durante el año 2009 di clases en el liceo de Ismael Cortinas. Mis alumnos de cuarto año, le hicieron una entrevista a Carlos Maggi sobre otro del 45: Mario Arregui (a quien estábamos estudiando en su momento). Uno podía tener diferencias notables con Maggi, claro, pero yo siempre le agradeceré su gesto, su compromiso y su disposición para dialogar de igual a igual con aquellos gurises.
Lo que sigue son las preguntas que le realizaron mis estudiantes y las respuestas del querido viejo Maggi. 

Entrevista a Carlos Maggi sobre Mario Arregui:


¿CÓMO CONOCIÓ A MARIO ARREGUI?

En 1942, yo tenía veinte años y con Maneco Flores Mora (un compañero de clase desde primaria hasta sexto de secundaria, donde éramos alumnos) editábamos junto con Leopoldo Nóvoa (que después fue un pintor exitoso en París) una revista llamada APEX.
Sabíamos que en el café Metro, en la rinconada de la Plaza Libertad, había una barra de muchachos que como nosotros estaban en el quehacer literario y fuimos a pedirle una colaboración a uno de ellos, Carlos Denis Molina; un maragato poeta que escribió una preciosa novela titulada Lloverá siempre.
Denis Molina había ganado un premio con una obra de teatro titulada el El regreso de Ulises.
En esa barra encontramos a Mario Arregui, conocimos sus cuentos y sus opiniones y resultó ser un tipo formidable.

¿SE SIENTE USTED HOMENAJEADO AL SER RECONOCIDO POR PERTENECER A LA GENERACIÓN DEL 45?

Mi generación no fue homenajeada, fue una generación de lucha externa, contra el falso optimismo de nuestros mayores que veían iniciarse un gran estancamiento nacional y seguían viviendo como en los años de nuestro gran apogeo batllista.
Y al mismo tiempo, fue una generación de lucha interna. Reaccionamos contra los que se aplaudían sin que hubiera méritos para ello; y al mismo tiempo, reaccionamos contra nosotros mismos, tratándonos con el mayor rigor crítico.
Yo me atreví a publicar mi primer libro, Polvo enamorado en el año 52, cuando tenía 30 años. Ya había quemado muchos cuentos y una novela, El gorro verde, que había ganado el concurso literario del Centro de Estudiantes donde Paco Espínola era integrante del jurado; que fue así como lo conocí hacia 1943. Paco era un gran maestro en ese momento y tenía 42 años. Onetti era otro gran maestro y tenía 34. Era un tiempo bueno para la cultura.

¿QUÉ ES PARA USTED LA GENERACIÓN DEL 45 DESDE UNA PERSPECTIVA INTERNA, YA QUE FORMA PARTE DE LA MISMA?

Soy uno de ellos y nada más; un escritor porfiado; y un testigo cuyo mayor privilegio es durar muchos años en plena salud. Tuve amigos entrañables con los cuales compartí la preciosa vocación humanística y un trato personal de amistad, absolutamente insustituible.

¿QUÉ CUENTO DE ARREGUI LE GUSTA MÁS? ¿POR QUÉ?
No puedo elegir con seguridad, tal vez el más perfecto y desgarrador sea “Un cuento con un pozo”.

¿SE SIENTE IDENTIFICADO CON ALGUNO DE ELLOS? ¿CON CUÁL? ¿POR QUÉ?

No. No es “UN” cuento lo que me importa. Me siento identificado con Mario y su planteamiento moral de la literatura; y corresponde fielmente a su modo de ser.
Su modo de ser y su obra se parecen mucho. Era un hombre austero, responsable y duro, escribía temas que en el fondo cuentan un solo cuento: uno y su obligación de ser auténticamente uno mismo.

¿TIENE ALGUNA ANÉCDOTA DE LA GENERACIÓN DEL 45?

Siempre pasan cosas que después, vistas a la distancia, resultan un tanto ridículas y hacen sonreír. Una vez nos cruzamos con Emir Rodriguez Monegal que era muy ácido para criticar. Yo estaba furioso con él por lo que había escrito sobre Morosoli y sobre Felisberto Hernández. Lo saludé con un: ¿qué tal?; y después me arrepentí. Di vuelta, lo detuve y le dije: No voy a saludarte más. Cada vez que te saludo, miento. No me interesa que estés bien.

¿CUÁL ES SU MAYOR RECUERDO DE ARREGUI?

Era un tipo maravilloso. Un día discutimos en el Metro hasta las dos de la mañana y cuando nos levantamos de la mesa, nos fuimos juntos caminando por 18 de julio. El vivía en Mercedes y Olimar y yo en 18 y Ejido. Cuando llegamos frente a mi casa, le dije, bastante impaciente: ¿No se cómo podés seguir con eso?
Ni me acuerdo sobre qué versaba la polémica, pero me acuerdo muy bien de la respuesta de Mario. Dijo, sin apurarse: sigo con eso porque estoy equivocado.

¿QUÉ RELACIÓN TENÍA CON ÉL APARTE DE COMPARTIR IDEAS SOBRE LA LITERATURA? ¿FUERON BUENOS AMIGOS?

Nunca recibí una mala acción o una molestia que proviniera de Mario. Fuimos grandes amigos. Cuando dejamos de ir al café fue por razones de familia. Nos habíamos casado y teníamos hijos; él pasaba temporadas en la estancia; llegaba a Montevideo y nos encontrábamos como siempre.
Era una manera muy linda de confraternizar en todo, incluido en aquello que no coincidíamos. Mario era comunista, pero cuando Maneco iba a Flores en medio de una campaña electoral, Mario le conseguía el equipo, los altavoces del Partido Comunista para la amplificación de sus actos por el Partido Colorado.

¿RECUERDA ALGÚN HECHO IMPORTANTE QUE HAYAN VIVIDO JUNTOS?

La madre de Mario tuvo un accidente de tránsito, fue hospitalizada y falleció unas horas después. Cuando Mario pudo comunicarse con la estancia, supo que su padre y su hermano ya habían salido para Montevideo, sin conocer la noticia. Iban a llegar para encontrarse con un velorio armado en su casa.
Conseguimos un auto prestado después de muchas vueltas y cuando Mario fijó el lugar y el tiempo que nos quedaba para poder atajarlos, tuvimos que salir a cien por hora.
Mario no sabía manejar. Manejaba yo, porque había tenido una cachila; pero en realidad no sabía manejar ni tenía libreta; y menos con semejante Chevrolet a todo lo que daba (creo que era de la madre del Tola Invernizzi). Es un recuerdo viejo y está borroso, años 46 o 47. Solo tengo presentes las veces que estuve a punto de chocar.