sábado, 31 de octubre de 2009

OTROS CUATRO LIBROS


Después del encuentro desencuentro de escritores y demás entidades relacionadas a la palabra, tras el intercambio de libros fraterno, viene la despiadada lectura, tras la que cualquier posible atisbo de amistad puede fácilmente desmoronarse… Pero no... que prime la cordura...


EL CIELO IMPERFECTO, de William Johnston. El multipremiado escritor uruguayo nacido en 1967 deja aquí una especie de nouvelle sobre la infancia problematizada de un niño. La trama, casi inexistente (porque todo es mínimo, leve, subterráneo en el mejor de los casos), es una de esas tramas con familia disfuncional en tiempos de dictadura. Un par de personajes alumbran el camino entre tanta grisura: la escritora exitosa, por ejemplo. Y el niño, claro, que termina siendo una voz narrativa solvente. Recomiendo.

EL PRÓFUGO, de Alfonso Larrea. Bueno…, la verdad es que me gustó. Creo que la novela, que se hace tediosa en el medio, se guarda las energías para los dos o tres capítulos finales, cuando las dos historias paralelas por fin se encuentran y las explicaciones se suceden, aunque no de forma explícita, como si el lector fuera un nabo, sino con ciertas sutilezas que están muy bien. Se percibe una cosa muy onettiana, según me ha comentado alguien de confianza del autor. Recomiendo.

EL TERCER HOMBRE, de Graham Greene. Una hermosa novela del británico especialista en espías, tugurios y otras yerbas. Es un autor que me propongo explorar más a fondo. Por ahora sólo conozco la mencionada y otra que, increíblemente, se desarrolla en una provincia argentina y que leí en 1996 para mis exámenes finales de inglés y se llama The honorary consul. Las dos son estupendas, pero refiriéndome a El tercer... (cuya lectura debo a una fuerte insistencia de Rodolfo Santullo en una librería de Tristán Narvaja), se trata de un escritor, Martins, que llega a Viena invitado por un amigo (Lime) justo cuando ese amigo acaba de ser atropellado por un coche y se disponen a enterrarlo. De ahí en más, la novela es hermosamente buena, atrapante y divertida. Recomiendo con cierto fervor.

TODA SOMBRA ME ES GRATA, de Álvaro Ojeda. De lo mejor que he leído en poesía este año. Un libro que atrapa (cosa difícil de lograr para el género lírico) con imágenes notables y muchos recuerdos. El yo lírico tiende a un narrador protagonista en ocasiones y eso hace que el ritmo, pautado por el verbo, mantenga al lector tenso y expectante. Por si fuera poco, juegan aquí ideas y personajes históricos y míticos con gente de carne y hueso, niños, madres. Vivos y muertos que hacen poesía. Ha sido uno de mis mayores hallazgos recientes. Una cosa para agradecer al área de letras de la división cultura del ministerio de educación y cultura de la república oriental del Uruguay. Recomiendo con mucho, mucho fervor.

martes, 27 de octubre de 2009

LA INJUSTICIA Y LOS MIL PESOS MÁS RÁPIDOS DE LA HISTORIA


Domingo.
Elecciones.
Alejandra se va a trabajar a una mesa de votación. Es secretaria, así que le toca bailar con la más fea. Mis padres llegan a casa a las 6:45. Mi madre se desliza en la cama grande junto a Santiago y yo me voy en el auto con mi viejo a presentarme como primer suplente en una mesa rural. Recorremos treinta y dos quilómetros y conversamos. Las charlas mano a mano con mi viejo nunca fueron muy frecuentes. En algún momento de mi vida lo culpé por eso. Ya no. Tomamos por el camino de la costa (se llama así porque acompaña en paralelo al río San José) y pasamos por una serie de tambos de un mismo dueño.
-Mirá –me dice- estos tres tambos que estamos pasando son los de… (persona muy rica de San José, que además atiende otros múltiples rubros). Yo trabajé acá cuando vos tenías un año. ¿Sabías?
-No. No sabía nada.
-Me venía los lunes y me quedaba hasta el sábado. Me dieron un ranchito.
-Mirá…
-Si vos hasta viniste con tu madre varias veces.
-¿Y en qué?
-Te traía en bicicleta.
-¿Veinte quilómetros?
-Sí. Un poco más es en realidad.
Más adelante me mostró una construcción a dos aguas bien blanca y de techo de chapas de zinc.
-Ahí está el rancho.
-Bastante bien, ¿no?
-Sí. Ahora.

Llegamos a la escuela rural de Colonia Italia. Me bajo, me presento a los titulares, firmo un papel, firman ellos, no me precisan, salgo. Me acabo de ganar mil pesos, dicen. Y una charla con mi padre. Y además el placer de manejar un auto más nuevo que el Opel. Si antes me gustaba la democracia, ahora más.


20:30 h. Más menos.
Alguien dice que probablemente se anule la ley de caducidad. Yo para mí pienso: al fin. Me siento feliz. El pueblo ha decidido que la justicia vale la pena.
¡Qué bien la democracia!, me felicito.

22:40 h.
Confirman que la ley de caducidad sigue vigente. Mi primer pensamiento ante la confirmación: ¡por qué soy parte de un pueblo que sigue eligiendo que madres, padres e hijos no puedan ejercitar libremente el ejercicio del perdón! ¡Los obligan a perdonar que les hayan desaparecido un hijo, una madre o un padre!
Me caliento y ya no me consuelan los mil pesos ni la conversación con mi padre –a quien sí tengo y quien sí me tiene-, y me voy a dormir hecho un bicho.
Un gesto de Santiago en su cuna logra sacarme una tenue sonrisa que se me desdibuja cuando me lavo los dientes. El lunes amaneceré con la mandíbula trincada y los músculos de la cara hechos coyunda.

miércoles, 21 de octubre de 2009

LA MIRADA DEL QUE MIRA


Pupila
Miro en ella
Al dios que me mira

Hay algo en ese acto
En esa condescendencia
Descendencia del dios

Hay algo allá arriba
Pero acá abajo sí
Ahora sí
Hay algo
La evidencia para el apóstol
Que no creyó

Mi padre reza de noche.
¿Admitirá eso algún día,
a sus compinches ateos?
Hoy es feliz mi mirada
Y la mirada del dios
Que me mira.

sábado, 17 de octubre de 2009

UN ZZZUEÑO MUY BIZZZARRO, y otras cotidianas… (APOLOGÍA DE 31 MINUTOS)


1- El jueves de noche mientras estaba en la parada frente al liceo de Rincón de la Bolsa me encontré con una cuadrilla propagandística de Asamblea Popular. Uno de los que pegaban carteles se parecía muchísimo a un ex político de izquierda muy contestatario… En eso vi a uno de los presidenciables en un periodístico televisivo. El sábado en la madrugada soñé que habían matado a ese presidenciable. El que lo había matado era el ex político a quien se parecía el que pegaba carteles de Asamblea Popular en aquella parada. En realidad en el sueño lo único que vi fue al candidato a vice del partido afectado explicando que ahora sí, tras el magnicidio, ganaban por robo (esto lo ponía ciertamente feliz)… Una locura, admito…

2- Sábado de mañana. Liceo de Ismael Cortinas. Alguien ha conseguido un tablero de básquet. Hay que colgarlo y me ofrezco para hacerlo la semana entrante si me consiguen un taladro. En eso sale un profe de historia con quien, a fuerza de viajes en ómnibus, nos hemos hecho amigos. Le cuento que alguna vez jugué al básquet, que salí varias veces campeón en las juveniles de distintos cuadros de San José y que incluso una vez estuve en una preselección y en otra selección departamental (omití decirle, claro, cosas como que siempre había sido medio suplentón, siempre marcador y jamás nunca goleador de un partido..., ¿para qué decírselo?). Él, por su parte, me comenta que también jugaba (ahora no recuerdo el cuadro) y que una vez, en Montevideo, le tocó marcar a Capalbo durante unos minutos y que trances como ese no se los desea a nadie. Después dijo que marcar al Gonchi Caneiro le había resultado más accesible.

3- Esto de las cotidianas me lleva a pensar en el miércoles pasado. Miércoles 14. Me levanté a las seis de la mañana a desayunar pues tenía que lograr un ayuno de ocho horas para que, a las 15, me hicieran una nueva fibroscopía gástrica (trances como ese no se los deseo a nadie). Leí, cociné, cuidé a Santiago. A las once y media me acordé de 31 minutos y le mandé un mensaje a un amigo para que, si podía, los viera. ¿Qué es 31 minutos? Es un informativo chileno muy delirante conducido por títeres. Humor del mejor. Una cosa fenomenal a esa hora de la mañana. Mi amigo me mandó hoy sábado un mensaje contándome que los había visto y que le parecían “buenísimos”. Ahora sí me animo a recomendárselos a todos. También están en youtube. Destaco del programa las frecuentes apariciones del superhéroe Calcetín-Con-Rombos-Man, cuya imagen ilustra este post.

martes, 13 de octubre de 2009

DIARIO DE LECTURAS


En realidad me termina por resultar muy práctico registrar los libros leídos de esta manera. Además, siempre está la posibilidad de que otros hayan transitado por esas páginas antes, así que, a falta de alguna otra cuestión relevante, les dejo mi pequeño listado de lo que va de octubre.



PERSÉFONE, de Ramiro Sanchiz. La leí rápido, con fruición. Logra describir un mundo ignorado para este lego, y lo hace con precisión, con lirismo. Un poco moroso el final, es cierto, pero en una segunda lectura creo que es todo un efecto. Una novela rara sobre un mundo novedoso. Recomiendo.


PERRO COME PERRO, de Rodolfo Santullo. Un muy buen libro de cuentos con lindas historias de un hampa a la uruguaya o a la latinoamericana. Destaco el cuento "Perro come perro", que da título al conjunto. Priman la acción y la imagen. Si los Cohen fueran uruguayos harían una linda película con cada uno de estos relatos, y Santullo se haría millonario y tal vez pudiera tirarle unos mangos a este humilde escriba.


PROCESIÓN, de Martín Bentancor. Muy entrenido. Muy bien logrado ese efecto criollista-siglo XXI, que demuestra que no hay tópicos perimidos para la buena literatura. Crítica constructiva: uno queda como enganchado, quiere más. A lo mejor habría estado bueno incluir algún otro relato, tal vez llegar a la decena. Cómprelo igual.


Y presidiendo todas las lecturas, ROJO Y NEGRO, de Stendhal. Una gran novela de esas de seiscientas páginas de letra chica que no son tan usuales en estos tiempos. Me faltan sesenta y mi amigo LAC amenaza con que son las mejores. Estoy disfrutando mucho, aunque como verán no es para nada una de esas que a uno le cuesta dejar. Ya veremos...

domingo, 4 de octubre de 2009

ARREGUI VISTO POR MAGGI: mucho más que escritores.







Después de un fin de semana muy lindo con Leo y Damián (se presentó en San José el Springer), y antes con Ramiro Sanchiz y Rodolfo Santullo (ciencia ficción y Perséfone), dedico a los amigos, a todos, esta entrevista que mis alumnos de Ismael Cortinas, cuarto año, le hicieran a Carlos Maggi sobre otro del 45: Mario Arregui. Uno puede tener diferencias notables con Maggi, claro, pero que la mueve, la mueve. A modo de intro digamos que la ruta 23, que pasa a cinco metros del liceo y lleva el nombre del escritor de Flores fue el disparador de la cosa. Los alumnos y el entrevistado, obviamente, estuvieron de acuerdo en difundir esta mini entrevista vía electrónica. Y yo siempre le agradeceré a Maggi su gesto, su compromiso y su disposición para dialogar de igual a igual con estos gurises.



Entrevista a Carlos Maggi sobre Mario Arregui:


¿CÓMO CONOCIÓ A MARIO ARREGUI?

En 1942, yo tenía veinte años y con Maneco Flores Mora (un compañero de clase desde primaria hasta sexto de secundaria, donde éramos alumnos) editábamos junto con Leopoldo Nóvoa (que después fue un pintor exitoso en París) una revista llamada APEX.
Sabíamos que en el café Metro, en la rinconada de la Plaza Libertad, había una barra de muchachos que como nosotros estaban en el quehacer literario y fuimos a pedirle una colaboración a uno de ellos, Carlos Denis Molina; un maragato poeta que escribió una preciosa novela titulada Lloverá siempre.
Denis Molina había ganado un premio con una obra de teatro titulada el El regreso de Ulises.
En esa barra encontramos a Mario Arregui, conocimos sus cuentos y sus opiniones y resultó ser un tipo formidable.

¿SE SIENTE USTED HOMENAJEADO AL SER RECONOCIDO POR PERTENECER A LA GENERACIÓN DEL 45?

Mi generación no fue homenajeada, fue una generación de lucha externa, contra el falso optimismo de nuestros mayores que veían iniciarse un gran estancamiento nacional y seguían viviendo como en los años de nuestro gran apogeo batllista.
Y al mismo tiempo, fue una generación de lucha interna. Reaccionamos contra los que se aplaudían sin que hubiera méritos para ello; y al mismo tiempo, reaccionamos contra nosotros mismos, tratándonos con el mayor rigor crítico.
Yo me atreví a publicar mi primer libro, Polvo enamorado en el año 52, cuando tenía 30 años. Ya había quemado muchos cuentos y una novela, El gorro verde, que había ganado el concurso literario del Centro de Estudiantes donde Paco Espínola era integrante del jurado; que fue así como lo conocí hacia 1943. Paco era un gran maestro en ese momento y tenía 42 años. Onetti era otro gran maestro y tenía 34. Era un tiempo bueno para la cultura.

¿QUÉ ES PARA USTED LA GENERACIÓN DEL 45 DESDE UNA PERSPECTIVA INTERNA, YA QUE FORMA PARTE DE LA MISMA?

Soy uno de ellos y nada más; un escritor porfiado; y un testigo cuyo mayor privilegio es durar muchos años en plena salud. Tuve amigos entrañables con los cuales compartí la preciosa vocación humanística y un trato personal de amistad, absolutamente insustituible.

¿QUÉ CUENTO DE ARREGUI LE GUSTA MÁS? ¿POR QUÉ?
No puedo elegir con seguridad, tal vez el más perfecto y desgarrador sea “Un cuento con un pozo”.

¿SE SIENTE IDENTIFICADO CON ALGUNO DE ELLOS? ¿CON CUÁL? ¿POR QUÉ?

No. No es “UN” cuento lo que me importa. Me siento identificado con Mario y su planteamiento moral de la literatura; y corresponde fielmente a su modo de ser.
Su modo de ser y su obra se parecen mucho. Era un hombre austero, responsable y duro, escribía temas que en el fondo cuentan un solo cuento: uno y su obligación de ser auténticamente uno mismo.

¿TIENE ALGUNA ANÉCDOTA DE LA GENERACIÓN DEL 45?

Siempre pasan cosas que después, vistas a la distancia, resultan un tanto ridículas y hacen sonreír. Una vez nos cruzamos con Emir Rodriguez Monegal que era muy ácido para criticar. Yo estaba furioso con él por lo que había escrito sobre Morosoli y sobre Felisberto Hernández. Lo saludé con un: ¿qué tal?; y después me arrepentí. Di vuelta, lo detuve y le dije: No voy a saludarte más. Cada vez que te saludo, miento. No me interesa que estés bien.

¿CUÁL ES SU MAYOR RECUERDO DE ARREGUI?

Era un tipo maravilloso. Un día discutimos en el Metro hasta las dos de la mañana y cuando nos levantamos de la mesa, nos fuimos juntos caminando por 18 de julio. El vivía en Mercedes y Olimar y yo en 18 y Ejido. Cuando llegamos frente a mi casa, le dije, bastante impaciente: ¿No se cómo podés seguir con eso?
Ni me acuerdo sobre qué versaba la polémica, pero me acuerdo muy bien de la respuesta de Mario. Dijo, sin apurarse: sigo con eso porque estoy equivocado.

¿QUÉ RELACIÓN TENÍA CON ÉL APARTE DE COMPARTIR IDEAS SOBRE LA LITERATURA? ¿FUERON BUENOS AMIGOS?

Nunca recibí una mala acción o una molestia que proviniera de Mario. Fuimos grandes amigos. Cuando dejamos de ir al café fue por razones de familia. Nos habíamos casado y teníamos hijos; él pasaba temporadas en la estancia; llegaba a Montevideo y nos encontrábamos como siempre.
Era una manera muy linda de confraternizar en todo, incluido en aquello que no coincidíamos. Mario era comunista, pero cuando Maneco iba a Flores en medio de una campaña electoral, Mario le conseguía el equipo, los altavoces del Partido Comunista para la amplificación de sus actos por el Partido Colorado.

¿RECUERDA ALGÚN HECHO IMPORTANTE QUE HAYAN VIVIDO JUNTOS?

La madre de Mario tuvo un accidente de tránsito, fue hospitalizada y falleció unas horas después. Cuando Mario pudo comunicarse con la estancia, supo que su padre y su hermano ya habían salido para Montevideo, sin conocer la noticia. Iban a llegar para encontrarse con un velorio armado en su casa.
Conseguimos un auto prestado después de muchas vueltas y cuando Mario fijó el lugar y el tiempo que nos quedaba para poder atajarlos, tuvimos que salir a cien por hora.
Mario no sabía manejar. Manejaba yo, porque había tenido una cachila; pero en realidad no sabía manejar ni tenía libreta; y menos con semejante Chevrolet a todo lo que daba (creo que era de la madre del Tola Invernizzi). Es un recuerdo viejo y está borroso, años 46 o 47. Solo tengo presentes las veces que estuve a punto de chocar.