viernes, 21 de agosto de 2009

NACIMIENTOS DE LIBROS MUERTOS


A través de la intuición los que de una forma u otra estamos familiarizados con los libros sabemos cuando estamos transitando por territorio virgen, cuando somos los primeros lectores de una página que se imprimió hace cincuenta, ochenta, cien años, y que se escribió muchísimo antes. Y más si para leerla hemos tenido que despegarlas de las anteriores y de las siguientes debido a esos clásicos defectos en el guillotinado original. La sensación es una mezcla de amargura con ilusión: nadie había leído esas palabras porque esas palabras nos estaban esperando a nosotros. El goce de este descubrimiento se empaña con la conciencia de la desidia del mundo hacia lo escrito.
Todo esto viene a cuento de ciertos sucesos de los que he sido objeto y sujeto estos días. Para empezar, una compañera de trabajo de Alejandra le dijo que, tras la muerte de su madre, tenía una colección completa de clásicos que le habían quedado sólo para complicarla en cuestiones de espacio. La madre le había comprado a ella y a sus hermanos, cuando aún eran liceales, noventa libros de la colección Biblioteca Básica Universal del Centro Editor de América Latina. Alejandra le dijo que sí, que claro que me podían interesar, que claro que yo andaba en “eso de los libros”, y su amiga me los regaló. Están todos: Walter Scott, Dostoievski, poetas franceses, ingleses, Thackeray, Tolstoi, Víctor Hugo, Pushkin, Dickens, Melville, Flaubert, Balzac, Pérez Galdós, etc., etc. ¡¡¡Noventa libros de regalo!!! El único que alguien ya leyó es el Quijote. Para los otros, seré el primero (eso si alguien no me pide alguno prestado, porque están a la orden).
Tengo además, y por motivos laborales, un ejemplar de Noche de San Juan y otros cuentos, de Mario Arregui. Lo tomé prestado de una biblioteca liceal. Es de una primera edición de la mítica Editorial Número, correspondiente al año 1956. Nadie hasta que llegó a mis manos lo había leído. Lo mismo sucede (está sucediendo porque es el libro que estoy leyendo ahora) con Dante y La Divina Comedia de Ruben R. Arean, editado en 1954 por Ediciones Medina (rara editorial, ¿no?) al cual he tenido que despegarle las páginas unidas por el borde externo.
Otra joyita: tengo una primera edición del póstumo Rosario de Eros de Delmira Agustini. Cuando se los muestro a los gurises no pueden creer que ese libro tenga más años que sus abuelos, ochenta y pico.
Otro libro que revivió en mis manos fue el Landmarks on English Literature, de Ilit Grondahl, editado en 1930 y que conseguí hace años por diez pesos en una venta de garage de la biblioteca del Anglo.
Pero el libro viejo y sin uso más llamativo que tengo en mis modestos anaqueles es el Estudio compendiado de la literatura contemporánea (tomo V) de Samuel Blixen que data de 1894, editada por Juan J. Dornaleche. Aún alejada la incipiente crítica literaria uruguaya de los formalismos y estructuralismos y existencialismos de la crítica del Siglo XX, es posible encontrar apreciaciones por lo menos graciosas y bien hijas de su época (que un poco parafrasean al entonces endiosado Taine), como la siguiente: “Jorge Byron debió nacer llevando en sí el germen de terribles disposiciones hereditarias, que su educación agravó aún más.” Algo que bien podría decirse de muchos.

7 comentarios:

Unknown dijo...

El perfil arcaico te va a posicionar como anciano sabio.
Uno de los mejores cuentos que he leído jamás es de Arregui. Salve.

Pedro Peña dijo...

voy a obviar lo de anciano...
voy a obviar lo de sabio...

¿cuál es ese cuento?

Mi favorito de Arregui es "Con la puerta abierta", gran cuento, gran.
Otro: "Mis amigos muertos".

Saludos

Unknown dijo...

Ojo: dije "posicionar" y el que se posiciona...
El cuento es uno de un pozo. Viene un ejército degollando o algo de eso. El desenlace es lo más impactante que hay.

Ramiro Sanchiz dijo...

Que suerte! Dónde hay que apuntarse para regalos así? También me hizo pensar en lo poco que he leído los clásicos... y para colmo ahora me reintegro al trabajo. Tengo que encontrar más tiempo!

Juana dijo...

Cuando dices "a la orden", quiere decir... hacete una listita?
Va por correo o los voy a buscar en bicicleta? uno a la vez? explicite la oferta...;)

Pedro Peña dijo...

F de P., ese cuento no lo conozco. agradezco más detalles.

Ramiro: la lectura de clásicos me vino por el IPA, tenía que leerlos obligado pero al final siempre la cosa derivaba en goce. Siempre. Creo que a la luz de la crítica o cuando me metía en el análisis.

Trenaluna: ..., la verdad es que no sé cómo instrumentar el préstamo... solicito ideas, claro.

Anónimo dijo...

Arregui es uno de esos escritores que pudo hacer que disfrute sus cuentos leyendo como lo hacía antes de aprender a analizar...él y Carpentier.
Cómo se hace para "regalar" una biblioteca enterita sin nada de remordimiento...no entiendo
¡Qué regalito, que los disfrutes!