
Allá por mediados de 2004 empecé a dar exámenes libres en el IPA. Había dado clases de inglés durante algunos años, tres o cuatro, y la verdad es que quería hacer otra cosa. Fui, con miedo, con un poco de recelo, juntando los programas y preparándolos. Ayer, 29 de diciembre de 2008, di mi último examen: Estética Literaria.
Pero para que yo haya podido dar ese examen y terminar esta carrera, varias personas tuvieron que intervenir. A ellas va dedicado este post, una suerte de humilde homenaje a todos los que, de una forma u otra, me tendieron una mano y me ayudaron a seguir.
A las profesoras Carolina Sacco y Cristina Callorda, que aceptaron que entrara a sus clases con espíritu analítico.
Al profesor Enrique Palombo, que me aconsejó durante tres años en Didáctica.
Al profesor Gustavo Martínez, fundamental a la hora de estos últimos exámenes, alguien que, sin conocerme, accedió a analizar para mí, sólo para mí, un poema de Mallarmé.
A la profesora Rosario Molina, cuyos materiales fui heredando de a poco.
A la profesora Andrea Peppe, que me obsequió la llave para mi último examen.
A la profesora Patricia Isbarbo, una mente dedicada a desentrañar la gramática para ayudar a estudiantes confundidos.
A las profesoras Alicia Gil y Carmen Lepre.
A los profesores del IFD de San José. A sus funcionarios (particularmente Francisco y Mauricio, que me bancaron mucho en biblioteca).
A la gente de mi trabajo en la A.C.J. de San José, Ana G., Marta, Lucía.
A mi amigo Pablo Almeida, que para un cumpleaños me regaló mi Parker de la suerte.
A mi compañero Fernando Esteche, que ya está llegando.
A Emmanuel, que ve las cosas desde arriba.
A mi amigo Leonardo Cabrera, sparring charlístico de temas poco frecuentes (como la literatura).
A mis amigos Leonardo De León y Damián González Bertolino, siempre atentos, siempre cerca.
A la red de blogs que anda en la vuelta y funciona como disparador de todo tipo de reflexiones (especialmente a F. de P.: ahora sí, sale una entrevista...).
A la Chicha, que me prendió velas durante más de treinta exámenes y que me ha querido como a un hijo durante más de treinta años.A mis abuelos muertos, aunque vivos. Al Gordo Acosta. Al Pocho.
A mis padres: abuelos de mi hijo, que descubrieron con él que no había límites para el amor.
A mi hermano, que va por el camino de la historia.
Y finalmente, a esos dos de la foto: Alejandra y Santiago.
Alejandra..., hace tres años, cuando había salido la cooperativa y había que construir nuestra casa y yp tenía que elegir entre trabajar y estudiar, me dijiste que no dejara de estudiar, que no era necesario, que vos trabajabas por los dos, que vos me ponías en la mutualista, que yo hiciera las horas en la construcción y que estudiara. Hoy tenemos una casa, un hijo, y yo pude estudiar. No sé qué decirte, Alejandra. Gracias, gracias, gracias. Y aquella palabra que viaja de la Tierra a Marte en un cuento de Ray Bradbury que leímos juntos: AMOR.
Santiago: si por algo entré a ese examen fue porque existe algo con tu nombre. Santi: ahora sos todo de papá -o casi- porque a la hora de la teta...
Amigos: estoy muy feliz. Comparto con ustedes mi felicidad.
Este 2008 ha sido el mejor año de mi vida, si es que la felicidad puede medirse así. Les deseo a todos un 2009 como cada uno lo quiera.
pd: en la foto que ilustra este post estamos los tres que nos recibimos en el Campamento Artigas, a punto de andar en botes, quince días antes de mi último examen. Ya no tengo el pelo largo... me lo han tuzado...