jueves, 25 de noviembre de 2010

MICRODESVARÍOS


Presupuesto
Una desgraciada mujer murió virgen. Esa misma tarde fue a dar con su alma a las puertas del cielo. San Pedro la paró en seco. ¿Usted es tal y tal?, le preguntó. Sí, respondió ella. ¿Su principal mérito es haber muerto virgen?, cuestionó el portero. Efectivamente, contestó ella. Pues bien, dijo el espíritu del apóstol, eso podrá ser un mérito allá abajo… Lo que es acá, Virgen ya tenemos. Y la mandó al Infierno aduciendo una posible duplicación de cargos y otras inconveniencias presupuestales.

Caín Abel estaba haciendo labores de carpintería. Quería hacer un cerco para separar las ovejas suyas de las de Caín, que eran muy belicosas. Entonces, martillando, le erró al clavo y se dio en el pulgar. Pegó con la mano un tirón hacia atrás, pisó una tabla que golpeó en lo alto de la cerca derribando otra tabla que fue a darle justo en la cabeza. Caín, que lo había visto todo, contó esto frente al Supremo. Pero el Supremo no le creyó.


Cambiante La mujer le dejó a su esposo una carta en la heladera que decía: “Cuando vuelvas trae leche, pan, huevos, azúcar y arvejas. Te amo mucho.”
Para la noche el hombre llegó a su casa sin nada. Me olvidé, explicó. Siempre el mismo inútil, respondió ella, ¿por qué no le habré hecho caso a mi madre?

Descenso Primero bajó Armstrong. Estiró las piernas después de tan complicado viaje y caminó por la superficie lunar para desentumecerse. Al rato bajó Aldrin y se puso a dar saltos de alegría. Collins los había quedado mirando desde el ojo de buey del módulo. La sangre le hervía. Estaba a dos metros de la luna… ¡y no lo dejaban bajar! Al diablo, dijo, yo voy igual. En ese momento le pasaron una llamada telefónica. Era su esposa que quería que le llevara una piedrita de la luna como souvenir. Entonces recordó que su mujer tenía un amante y que la llamada era una pura farsa orquestada por los agentes de publicidad de la NASA para ser transmitida a millones de crédulos en nombre de las buenas costumbres y el más acérrimo puritanismo. Y decidió quedarse sin pisar la luna para no ser cómplice de tanta hipocresía.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

SOBRE LA POLÉMICA

La tele dice 23:22 en el lugar que marca el horario. Mi día hoy comenzó a las 05:50. Alejandra está entrando al octavo mes y ya tiene contracciones. Debo trabajar y en los ratos libres encargarme de Santiago, que intuye todo. Aclaro, entonces: estoy cansado. Por eso soy capaz de decir cualquier disparate. Vayamos al grano.
Un par de posts en distintos blogs han generado muchos comentarios últimamente. Confieso que tras la lectura de ellos y de los correspondientes comentarios mi primera reacción fue la virulencia. Pero supe contenerla a tiempo. En caliente, no habría respondido de mí. Para mi sorpresa, hoy de tarde, hace un rato, encuentro que el asunto se había complicado con citas a diversos escritores y comentarios de muchos otros bloggers, presumo que también escritores. En fin, se armó una polémica que me causó, otra vez, una enorme sensación de injusticia y una virulencia aún más jodida y que ahora contengo apenas.
Por eso y por muchas otras cosas, en lugar de ensañarme con alguien, con muchos, voy a tratar simplemente de decir lo que pienso sobre algunas cuestiones aludidas vaya a saber uno por quién.
1- Transgresión. Yo qué sé… hay escritores que transgreden y están buenos. Hay escritores que transgreden y son atroces. Yo no defiendo la transgresión. No creo que tenga un valor en sí misma ni creo que el escritor que transgreda deba ser evaluado de forma diferencial por la crítica o quién sea. No me interesa el tema.
2- Literatura versus vida. Me parece que estamos frente a una falsa oposición. Entre las múltiples teorías que cabría mencionar me quedo con aquella que plantea una idea ontológica bastante simple (mi clase favorita de ideas, creo): uno es su texto y su contexto. El escritor es muchas otras cosas además de escritor. Yo, por ejemplo, que supuestamente sería un escritor, además trabajo en la docencia, me gusta jugar al fútbol, estoy casado, no bebo, ahora ni siquiera me drogo, crío a mi hijo lo mejor que puedo en los valores en los que fui criado y de los que muchas veces renegué, ocasionalmente (intentando no morirme joven) salgo a correr y disfruto muchísimo cuando con mis otros amigos escritores jugamos ese legendario partido de fútbol en Minas. Este año la alegría más grande que me deparó la literatura fue que estos amigos me dieran un humilde pero significativo trofeo de mejor jugador entre aplausos y risas. No exagero. Lo que sentí en ese momento juro que no lo sentí en ninguna presentación de novela que me haya tenido por autor.
3- Por lo último mencionado, no creo que la literatura sea más importante o menos importante que cada una de esas otras cosas que nos gustan y nos hacen bien. Ahorramos para comprar un auto decente y lo hicimos. ¿Por qué eso está mal?
4- Mi texto, el texto de mi vida, los hechos que componen mi historia, ínfima por cierto, todo eso ha sido escrito por mí y por mis amigos. A mí me duele cuando se jode a uno de mis amigos de forma gratuita. Me duele cuando es otro de mis amigos el que lo hace. Es una especie de angustia que no puedo evitar, una opresión en el pecho, un sentimiento de profunda injusticia que me hace ponerme del lado que fue jodido. No me gusta que pasen estas cosas, que es lo mismo que decir que no me gusta que alguien, en el uso pleno de su más leal saber y entender, priorice la expresión de su más crudo pensamiento por encima de la amistad. Y que quede claro que no estoy hablando de criticar la obra o esas cuestiones. Estoy hablando de gestos de los hombres y de cómo esos gestos los definen.
5- Dani Umpi. ¿Transgresor? ¡Qué carajo me importa a mí esto! Para mí Dani Umpi es la imagen de un tipo feliz. Si para eso escribe novelas cada tanto, baila como mujer, versiona cumbias, sale con sus “amigas” o estudia pandereta, mis respetos. Usted, amigo Dani, ha logrado lo que yo más ansío: ser feliz. Es decir, espero que lo sea. Al menos se lo ve así.
6- Postura de escritor intelectual. Alguna vez la intenté y pasé vergüenza. No sé cómo las personas que la intentan no se dan cuenta de lo feo que quedan. En esta vida lo que hay que ser es hombre. O mujer. U homosexual. Es decir, para decirlo de una vez, en esta vida hay que ser sujeto. Y el sujeto es una cosa mucho más amplia que el escritor intelectual. El escritor intelectual es una mínima parte de ese sujeto.
7- Yo escribo por… Porque me gusta escribir, me divierte mucho escribir. Me llena de ilusión escribir. Creo que nací para escribir por una sencilla razón de la que nunca he hablado pero que ahora mismo viene a cuento. Corría el año 2002. Estaba leyendo de forma incontenible a Tolkien en medio de profundos problemas familiares que aquejaban a mis padres y a mi hermano, asociadas estas cosas a una enfermedad que terminó por unirnos más. Como catarsis escribía cuentos de un extraño planeta. En el 2003 decidí enviarlos al concurso literario de la IMM. El día que los iba a presentar, personalmente, llegué a Montevideo como a las diez, un poco angustiado porque en el viaje había estado pensando en mi abuelo muerto hacía poco. Desde la terminal me fui a 18 y comencé a recorrer esas pocas cuadras hasta la intendencia. Había mucho tránsito. En determinado momento veo que una pareja mira una vidriera con atención. La niña que los acompaña se suelta de la mano de su madre y empieza a correr hacia la calle. La mujer, sorprendida, grita algo. Yo corro hacia la niña y la agarro desde atrás cuando ya había dado dos pasos en la calle. Se la entregué a la mujer que me quedó mirando y dijo algo que no entendí y seguí caminando. En ese momento sentí que todo lo que había escrito bien podía ser una gran cagada, pero había valido la pena.
8- También escribo porque sueño con este futuro: Alejandra, Santi, Aynara y yo vivimos en un lugar que da a la costa en una linda casa con algunos toques rústicos. La compramos con la plata que me dan mis libros. De mañana temprano salgo a correr por la arena. Llevo a mis hijos a la escuela. Escribo de diez a doce, máximo. Me divierto mucho cuando lo hago. Preparo la comida y paso a buscar a Ale que está trabajando y después a Santi y a Aynara. De tarde leo mucho y sin presión y sin estrés. Leo sólo a quienes me gustan y puedo hacer alguna excepción con algún clásico que no deba faltar. De noche intento que Dios me escuche. Trato de no ser injusto ni hijo de puta con nadie. Estaría bueno también ver alguna película, ir al cine, hacer algún asado cada tanto con amigos. Es decir, la creme de la creme de la no transgresión. Lo bravo va a ser que mis libros me den alguna vez todo eso… Mientras tanto, a laburar. Ah… me olvidaba: ¡tengo una canoa! ¡Salgo a remar dos o tres veces por semana y hago una travesía de quince días una vez al año!
9- La literatura es un medio. Nunca un fin en sí mismo. Nunca un monstruo etéreo que se fagocita a sí mismo en su autoconciencia y en la ilusión de la autoconciencia de su “importancia”.

La tele dice 00:14. Me voy. Mi día empieza en seis horas.

sábado, 6 de noviembre de 2010

MEMORIA (I)


Recuerdo un cochecito de bebé dando vuelta la esquina de Treinta y Tres y 18 de julio. Ese es mi primer recuerdo. El bebé soy yo y jamás podría decir por qué ese es mi primer recuerdo o por qué mi madre tira del coche. Alguien se para y conversa algo con ella. La vista se me cierra y podría imaginar lo que viene después, pero jamás recordarlo y mucho menos comprenderlo. He aquí la tragedia del tiempo. El tiempo y la memoria son como dos placas de piedra que se frotan. Pero la piedra del tiempo es más dura porque hace más tiempo que está en el mundo. La piedra de la memoria es frágil como un caracol con el caparazón partido por el pie descalzo de un niño que recién empieza a caminar. Y un niño que recién empieza a caminar es tan frágil como el aire tibio de una tarde silenciosa. Sin embargo nada de esto le ocurre al tiempo. Nada de nada le ocurre al tiempo, está allí para ser él el que ocurra. Se para en la memoria y le dice ilusa, sigue intentando, si quieres, tu ilusión.

Aquel niño fue bueno, creo. Es decir, el niño que fui. Es decir, debió haber sido bueno para sobrevivir a la niñez, en el supuesto caso de que la haya sobrevivido. Pero hay algo en ese niño, es decir, en aquel niño de hace treinta años, en aquella hermosa bolita de carne con patitas lisas de piel tirante, hay algo allí que no reconozco. Miro la foto de mi propio ser cuando tenía tres, cuatro años, cinco años… Mis mezquindades estaban allí desde entonces, ocultas, en potencia, escondidas tras esa sonrisa de torta de cumpleaños, de piñata, de bicicleta traída por los reyes. Mis mezquindades actuales y las otras. Las que fui perdiendo y las que fui ganando. Esa cabeza era como un nido que empollaba algo que ahora es y algo que ya ha sido. Ignorándolo, claro, porque aquel niño de la foto, aquel otro yo que desconozco, tiene tres, cuatro o cinco años y no sabe lo malo que es crecer y la malo que puede ponerse el mundo y después lo bueno y otra vez lo malo y más allá lo bueno, otra vez, a la vuelta de la esquina. De otra esquina, claro, no de aquella de mi primer recuerdo. De otra. Ni mejor ni peor. De otra.

Recuerdo que una vez aquel niño trepó por las canteras del Parque Rodó con su madre y con su abuela. Habían ido al médico porque… sería largo de contar… pero contémoslo entonces, pues; las cosas largas a veces son las mejores para contar. A su abuela la había picado un bicho hacía tiempo. Qué bicho, nunca se supo, aunque todo el mundo asumía que había sido una araña. La infección se iba y volvía, se iba y volvía, hacia atrás y hacia delante, como una hamaca en un cuento de ciencia ficción. El médico quedaba lejos, muy lejos de aquel remoto paraje de Tranqueras Coloradas, en San José, pasando Raigón. El médico quedaba en una inmensidad inabarcable de espacio que se llamaba Montevideo. Hacia allí fueron y el niño jugó y no corrió porque no lo dejaban correr por aquellas calles, pero sí trepó por la ladera de pasto y tomó una piedra del tamaño de un pie de bebé y la arrojó hacia abajo y vio cómo iba a dar a la cabeza de su abuela. Y después el niño fue zurrado como pocas veces por sus mayores y vio sorprendido cómo se secaba el chorro de sangre en el pelo de su abuela y lloró y sintió culpa. Y la culpa no lo ha abandonado desde entonces, porque aquella vez fue la primera vez que la sintió, y cuando la culpa se siente por primera vez, se siente para toda la vida. Sin embargo otros dirán que eso es relativo. Pero como aquí no estamos para hablar de otros…

Hay una escena rara en la vida de ese niño que fui: se lo puede ver con una remera roja que le hace panza, los cachetes redondos y plegados en una sonrisa liviana. Tiene pantalones negros y medias negras y alpargatas de su tamaño, pero alpargatas feas, con cordón, porque si no las pierde, y debe bailar en alguna fiesta escolar al compás de alguna canción típica. O tal vez sea lancero de una batalla de otro tiempo, un lancero de Artigas, o un negro que toca el tambor o que pasea una negra, tal vez un héroe feliz, tal vez un gaucho. Algo fue ese niño pero no lo recuerdo. Entonces pienso algo que más o menos tiene la siguiente forma: ¿cómo es que he sido y no sé lo que he sido? Dirán los detractores, o sea yo mismo, que esa es la ley de la existencia, es decir, desconocerse de una vez y para siempre, perderse en la memoria y a pesar de la memoria, deshilacharse poquito a poco siendo que es uno mismo quien tira de la hebra, dejar escapar el hilo de la cometa para que se vaya lejos, lejos, lejos. Mi memoria se fue lejos, lejos, lejos. A un lugar al que no se llega y del que tampoco puede volverse.

viernes, 24 de septiembre de 2010

FOTO y perspectiva


Una de las fotos más lindas que nos sacamos en Perú (tomada de album de fotos en FB de Juan Manuel Ramírez Biedermann), en la casa del poeta quechua Jorge Sulka, quien nos ofrendó con un suculento (y picante) desayuno. De izquierda a derecha: Oliverio Coelho, un servidor, Jorge Enrique Lage, Juan Manuel Ramírez Biedermann y Claudia Apablaza. Fue un miércoles, en Huamanga, Ayacucho. Hablamos de muchas cosas, se cantó y nos emocionamos.
Ahora, el recuerdo...

lunes, 20 de septiembre de 2010

LIBROS RECIENTES


Va un punteo de libros que he leído en estas últimas semanas y que aún no he podido reseñar para el benemérito Club de Catadores. Sabrán disculpar y confiar en la promesa de que ya me pondré al día.


Borneo, de Oliverio Coelho (Arg.). Ediciones Altazor, Perú. 2010. En una sociedad de futuro cercano e hipersensible que todo lo controla desde el poder médico, Ornello, el protagonista, vaga sin rumbo y aquejado de un mal tal vez inventado por quienes rigen. El drama pasa más por lo interno que por la acción en sí, pero la vida interior de Ornello es compleja e incluso irreconocible para él mismo.

Despedida, de Robert B. Parker (U.S.A.). Edición del diario La República, Montevideo. 1994. El detective privado Spenser (sí, con “s”) ha sido dejado por Susan, el amor de su vida. Nada le importa. Un caso aparentemente sencillo (buscar a una bailarina presuntamente asilada en una iglesia cristiana alternativa), viene a sacarlo de la modorra y a proporcionarle algo de que ocuparse. Entonces conoce a Linda, y la vida vuelve a importarle al menos un poco. Tanto como para no dejarse matar por el primer matón que venga. Tampoco por los siguientes tres.

No vi la luna, de Leonardo De León. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo. 2010. Se trata de un libro de cuentos muy recomendable que ha ganado el premio de narradores de Banda Oriental para este año. Conocía alguno de los relatos pero su lectura en conjunto deja un gusto extraño, impúdico, agridulce, a veces amargo. Lugares recurrentes: el despertar sexual, la violación, la muerte, la enfermedad, el abuso. Un libro solvente que se permite abordar varias bajezas humanas y merodear algunas psiquis problemáticas.

El fondo de nadie, de Juan Manuel Ramírez Biedermann. Ediciones Altazor, Perú. 2010. Se trata de una novela cuyo protagonista es Ezequiel Collado, alguien encarcelado por crímenes económicos. El mundo de Ezequiel se resquebraja por fuera de los muros mientras que por dentro, en las visitas de una prostituta, podría estar la salida hacia una nueva vida. Lo que a veces se llama una segunda oportunidad. Sobre el final, la decisión que implica cierta vuelta de tuerca deja al lector con un sabor… con un sabor… raro.

Sobres papel manila, de Rodolfo Santullo. HUM-Estuario, Colección Cosecha Roja, Montevideo. 2010. Me encantó esta novela de Rodolfo. Imposible dejarla hasta el final. Veamos algo del argumento: Harrington Rey es el encargado de chantajear a otros matones por un crimen que han cometido horas antes y del que alguien ha tomado fotos. Como en toda buena novela policial, nada es lo que parece. No hay tranquilidad posible, ni equilibrio ni dosificación. Muy entretenida.

domingo, 19 de septiembre de 2010

¡PRIMERA BICI!


Hace meses llevo un diario con los principales sucesos de la vida del Santi y la secreta esperanza de que él, algún día, quiera leerlo. Esto salió recién. El Santi les envía saludos a todos.

Domingo 19 de septiembre de 2010

22:54.
Hace días que no te escribo, Santi. Todavía no tenemos el nombre de tu hermanita. Hoy fue un día muy especial porque pasaron muchas cosas.
Tal vez lo más importante para vos fue que en un viaje especial fuera de fecha vino Papá Noel a recoger tus chupetes y a dejarte tu primera bicicleta. ¡Te fascinó! Anoche tenías bastante miedo porque te contamos que Papá Noel iba a entrar por la estufa… Casi te ponés a llorar. Pero ese momento pasó, dejamos los tetes en el chispero, te fuiste a dormir con mamá (porque Amneris, una amiga de tu tía Carolina, se quedó en tu cama pues había sido el cumpleaños de dos de tu primo Andrés). Al despertarte encontraste la bicicleta y tu cara era un sol.
Tu bicicleta es de Ben 10, un dibujito que vos, por suerte, no mirás. A mamá le gustó y te la compró, aunque le dijeron que había que hacerle varios ajustes de tuercas, pernos, frenos, etc., y se suponía que esos ajustes los tenía que hacer tu papá… que no sabe nada de nada sobre bicicletas. Resultado: te encantó la bici pero no pudiste usarla casi nada. Mañana lunes la llevaremos al bicicletero y ahí sí, a pedalear.
Ahora tu papá se acuerda de su primera bicicleta (una que tus abuelos todavía guardan en el galpón del fondo de su casa). Era una Graciela que no hacía referencia a ningún dibujito animado ni personajes de historieta o cosa que se le parezca. En aquellos tiempos las bicicletas sólo podían ser Graciela u Ondina. Rojas o azules. Nada más. Tenía cinco años tu padre y jura que esa noche, a través de un vidrio esmerilado, vio a los Reyes Magos dejarle su bici. Los vio con camellos y todo.
Ya los verás vos también.

viernes, 17 de septiembre de 2010

POESÍA EN PROCESO (segunda parte)


V

Paraíso en el patio sobre la tierra
árbol
recuerdo cuando aquel día
tomé los clavos y te herí
lo lamento
no sabía que aquello era una herida
¿una herida en un árbol?
si hasta hoy me parece mentira
te colgué un aro de hierro y mis tardes
consistieron en introducir una pelota
que bajaba, penetraba y se iba
a la otra dimensión
a esa de las pelotas embocadas
que en apariencia vuelven
que en apariencia caen
pero no.
Han traspuesto la realidad
hacia otra cosa aún más real.


VI

Otros guerreros del tiempo
eran aquellos que se asomaban
por encima de un muro que nos parecía eterno
se asomaban y disparaban los coquitos de paraíso
con su pistola de tubo de cartón y globos.
Temblaban madres del otro lado
temblaban y decían:
te vas a quedar sin un ojo
pobres
claro que sufrían
porque para esas madres nuestras
era evidente que necesitábamos ojos
ellas precisaban ojos
por extensión
nosotros precisábamos ojos.
Ninguna piedra de ninguna onda me mutiló la vista
ningún coquito de paraíso hundió nada
de forma irreparable
mis ojos están donde siempre estuvieron
más sanos que nunca
apenas con ciento veinticinco en uno
y ciento cincuenta en otro
y con estos cristales espejos por delante
relativamente sanos, mamá
no se arruinaron de una pedrada, mamá
entonces
¿por qué no ven?

sábado, 4 de septiembre de 2010

YACURÍ Y TABARÉ


Hace unos meses LAC posteó algo sobre su perro Chocolate e invitó a quienes quisieran a escribir sobre mascotas e infancia. En aquel entonces escribí este pequeño recuerdo que quedó muy bien grabado en mi cabeza de diez años.



Me remito a mis veraniegas infancias en los parajes de Tranqueras Coloradas, cerca de Rincón de Arias. Allí mi abuelo tenía un pequeño campo en el que ordeñaba unas pocas vacas y hacía queso, además de llevar una quinta, vender flores y plantar papas. Todo a la vieja usanza: ordeñar a mano, arar con bueyes, vender en las ferias rurales.
Tabaré y Yacurí eran los perros que servían casi para todo. El primero era el más viejo, según me insistían, en parte para que lo dejara tranquilo y, si quería jugar, encarara al otro que de seguro tendría mejor disposición. No recuerdo casi ninguna anécdota con respecto a Tabaré. Se trataba de un perro mayormente negro con ciertas manchas blancas en la cara y el lomo. Un día mi abuelo entró a la cocina (al rancho que oficiaba de cocina) y avisó que el Tabaré estaba abichado. No te le arrimes, me dijo, así que lo primero que hice cuando me dejaron salir de la siesta fue justamente ir hasta el echadero del Tabaré, al lado de la pieza del queso. Me acuerdo clarito de verlo boquear de costado, con los ojos nerviosos pero sin poder moverse del dolor.
No me acuerdo si fue a los pocos días que mi abuelo anunció en el almuerzo (o antes, a la hora del mate, que era cuando se hablaba más, en realidad) que el Tabaré estaba para morirse en cualquier momento. Estaba decidido que le ahorraría sufrimientos y creo recordar que esa misma tarde o al otro día le tiró con la escopeta 16.
Yacurí quedó solo por unos meses hasta que me le aparecí a mi abuelo con el Tique (y el Tique requiere un apartado para él solo, porque era bien chiquito e inútil, pero siempre dio mucho que hablar). Lo último que recuerdo del Yacurí es aquel triste sábado en el que mi abuelo remató todo lo del campo porque estaba para jubilarse y se venían con mi abuela a vivir a la ciudad. El animal se iba a ir con alguien, probablemente algún vecino. Ni siquiera recuerdo habernos despedido de él.

sábado, 21 de agosto de 2010

EL DIOS VERDE (lo real maravilloso)


Ficción basada en sucesos de la realidad que me fueron referidos el año pasado por gente amiga de Ismael Cortinas. Cada vez que hay un muerto en la villa, los viejos tiemblan y se miran con angustia. A ellos va dedicado este post.

Todavía funcionaba el tren. Vagones viejos, sí, pero andaban. A su paso los rieles temblaban, los pájaros huían, los árboles se cimbraban y hasta era posible, en ciertas épocas más que en otras, que algunos hombres se arrojaran a sus miriñaques y salieran aliviados y por la puerta de atrás de este valle de lágrimas en el que se ha convertido el mundo en los últimos mil o dos mil años. Yo había escuchado acerca del Dios Verde desde que era niño. El asunto no aparecía muy claro pero algunas cosas se sabían y las que no se inventaban. Entre unas y otras aparecían varias muy llamativas: el Dios Verde tiene una capa de hojas de plátano que no le deja pasar la lluvia, el Dios Verde tiene una barba de medio metro, las orejas del Dios Verde escuchan mejor cuando está dormido, al Dios Verde hay que hacerle una ermita en cada pueblo por el que pasa, si no se la hacen no llueve más nunca, si no se la hacen llueve al momento de madurar el trigo y el grano se pudre, si al Dios Verde le viene tos hay que darle un litro de espinillar y dejarlo solo en una habitación sin ventanas a la calle, en una habitación sin ventanas y con un perro, en una habitación con las ventanas cerradas y con un gato, si el Dios Verde te mira a los ojos sabe cuándo fue la última vez que hiciste algo malo y le dice a Dios, es decir, al otro Dios, si el Dios Verde toca a una mujer virgen que se haya desarrollado la deja embarazada, si la mira fuerte la embaraza igual, si quiere puede parar la tormenta y dejarla perchada en el horizonte hasta que el ganado se acomode en los montes, si el Dios Verde quiere comer hay que llevarle huevos de toro recién capado, apenas cocinados en brasas y pasados por salitre, nunca dejen a una mujer sola con el Dios Verde.
Todas estas cosas tan difíciles de congeniar con el sentido común se decían acerca de este hombre fabuloso que ya debía andar por los cien años, poco más o menos. Pero nunca había estado en Ismael Cortinas. El tren pasaba, claro, pero no era una de esas estaciones que invitaran al descenso, precisamente. Las plantas del Dios Verde aún no habían hollado nuestros verdes prados ni nuestras fangosas calles. Algunos en el pueblo lo habían visto en coincidentes viajes pero nunca se habían atrevido a hablarle ni siquiera para saludarlo. Yo creo que era el miedo y el desconocimiento, que al fin y al cabo vienen siendo cosas muy de suyo parecidas.
En una reunión de la Junta alguien dijo que sería bueno invitarlo a pasar unos días en el pueblo, que atraería mucha gente, que en Ombúes de Lavalle cada vez que va aprovechan para vender choripanes y tortas fritas y que nosotros podríamos hacer otro tanto, etcétera, etcétera. Enseguida alguien se opuso: que si viene vamos a tener que hacerle una ermita, que si no se la hacemos nunca más esto, nunca más lo otro, que apróntense para tantas y cuantas mujeres embarazadas sin saber por qué, niños sin padres y tantos otros barbarismos inexplicables. Hasta que por fin primó la cordura y el Secretario de la Junta, que venía de Trinidad -una ciudad- y por tanto se había fraguado mejor en los calores políticos, propuso que la próxima vez que alguien lo viera en el tren no dudara en invitarlo a bajar y a quedarse en su casa con todos los gastos pagos, gastos que después le serían reembolsados por la municipalidad.
Una fría mañana de julio se operó el milagro. Los que allí estaban, curioseando, pudieron ver la imponente figura de un hombre escondido tras una capa de un verde raído ya casi marrón. Varios crucifijos colgaban de su cuello sin llamar la atención, y otros tantos bártulos tintineaban en sus bolsillos componiendo una serie de figuras auditivas similares al paso de una tropa que llevase varias vacas con cencerros. El hombre, que a decir verdad adjetivarle de imponente sería, ahora que lo veo, tal vez una exageración, no medía más de metro sesenta, no era robusto y no aparentaba tener fuertes miembros. Si alguna vez había trabajado en la tala de montes, como llegó a decirse, eso habría sido hacía tiempo, y justamente el tiempo había provocado el desgaste de sus otrora musculosos miembros, de suerte que lo que los habitantes de la Villa vieron aquella mañana no era ni por asomo lo que se habían imaginado.
El Dios Verde, ante la sorpresa del público, habló en un castellano típicamente deformado por los usos de estas regiones, es decir, como cualquiera de nosotros, con una voz que, además, no se destacaba por nada. Digamos entonces que, salvo por la capa, que descollaba más por la mugre que por su verdor, aquel hombre no era más que eso, un hombre, e incluso menos a juzgar por su debilidad manifiesta a la hora de caminar, y ciertamente incapaz no ya de embarazar alguna mujer sino incluso de demostrar un mínimo interés en tales menesteres. Pidió hablar con la autoridad y todos quedaron en blanco hasta que a alguien se le ocurrió llevarlo hasta la Junta y presentarlo al Secretario, que, como había venido de Trinidad, tal vez fuera el único que podría actuar con entusiasmo ante la decadencia de las expectativas forjadas de antemano.
No hay palabras para declarar la perplejidad reflejada en la cara del Secretario. A la sorpresa habría que agregarle la mala noche que el funcionario confesó haber tenido horas antes y que lo condicionó a cierta estupidez a la hora de hablar, más bien balbucear, delante del enviado divino.
Nadie supo qué habían hablado el Dios Verde y el Secretario de la Junta. Este último, aduciendo un supuesto pedido de reserva del anciano, se excusó ante todos y personalmente lo condujo hasta el cementerio, donde lo dejó. Nadie, a no ser el empleado del municipio que por las tardes se encargaba de abrir y cerrar la reja, vio en más al viejo. Según el relato de este hombre el Dios Verde se paseó por todas y cada una de las tumbas, miró y remiró los nombres y las fechas, como si sólo le importara de Ismael Cortinas lo que ya no estaba vivo, ese otro mundo de cosas que fueron y dejaron de ser, y según dicen eso es lo que les pasa a los viejos, que suelen tener más que decir de las cosas que ya no están que de las que aún pueden verse, olerse o tocarse. Llegó la hora de trancar el cementerio y el hombre lo hizo como siempre lo había hecho: rápido y pensando en irse a su rancho a tomar mate con la mujer. El Dios Verde no se veía por ningún lado. De seguro estaría detrás de alguno de los pinos, pero él tenía que irse y el Secretario le había dicho que lo dejara disponer según su antojo.
Era la noche más corta del año: víspera de San Juan. Varios vecinos se juntaron en el centro de la villa y encendieron una fogata que entonces les pareció por cierto regia y apropiada. Alguien no demoró en aparecer con una damajuana de vino casero y jarros de vidrio craquelado. Otros surgieron de galpones, casas y salones con chorizos secos, longanizas, salchichones, quesos de chancho, patés de hígado, y se pusieron a charlar sobre las carneadas o a dar voces sobre la mala campaña de Arroyo Grande en el campeonato de la capital o a quejarse del abigeato nocturno. En aquel jolgorio nadie recordaba que a quinientos metros de allí, en el cementerio, un hombre estaba encerrado con los muertos…
Al otro día el Dios Verde había desaparecido. Colgada de una rama de pino había quedado la raída capa, único vestigio de su paso por el pueblo. Varias tumbas habían sido abiertas y después vueltas a cerrar. Esa mañana Eleomar Pérez, a quien años después llamarían Lito Pérez, se levantó de su cama de colchón de paja y miró a su madre y le dijo algo que el tiempo probó como una gran verdad: “en este pueblo en cuanto muera uno mueren tres”. Y esas fueron, a los siete años, las primeras palabras que dijo en su vida.
Desde entonces, no bien muere alguien en la villa, el resto de los habitantes comienzan a mirarse por el rabillo del ojo, desconfiados, y los hijos culpables corren a ver a sus ancianos padres, por las dudas…



Nota: la foto - de muy mala calidad- que acompaña este post es de una de las varias esculturas que se han hecho en homenaje al Dios Verde a lo largo de su recorrido por la zona centro-de nuestro país. En este caso se trata de una talla en el tronco de un árbol.

jueves, 19 de agosto de 2010

FRAGMENTOS DE UN POEMARIO EN PROCESO


I

Recuerdo una esquina
y un niño atravesando el tiempo
y dos manos que empujan
y otra vez la esquina
y recuerdo la primera vez que recordé
allí, frente a la eterna plaza de armas
por la que otros soldados del tiempo
otros enfermeros de las palabras
otros, en fin,
por la que otros pasaron en tiempos
ni mejores ni peores.


II

Recuerdo un muro y un cinto presto
la cuchilla que corta la masa
como una guillotina a destajo
aquella de Robespierre que no dormía
el taconeo de una mujer rubia
una mujer que toca el piano por las tardes
y por las mañanas taconea por la vereda
esa mujer es buena
por añadidura vuelve con el bolso y el pan
desliza sus dedos por la superficie rugosa
toma un trozo y se lo da al niño que recuerdo
que es el niño que tal vez no fui.


III

Ni me dieron ni me quitaron
entonces
en la impositiva de la infancia
mi saldo es cero, cero, cero
parece como si estuviera hablando
de aquel bollón de bolitas que tenía
que supo tener
más de doscientas y que ahora
no hay ni bolitas ni bollón ni nada
cero, cero, cero.

Cero.

IV

La nada.
La nada ni nadie.
La nada de Adán. Mi hermano, Adán.
Mi madre llegó con algo en los labios
y lo soltó sobre la mesa
y mi padre…
mi padre…
no recuerdo qué dijo mi padre
porque de mi padre sólo recuerdo
que un día llegó con un bidón anaranjado
con una calavera en un costado
y la palabra que debía hacer juego con esa calavera
sólo que no la recuerdo, aunque tal vez fuera
por qué no
danger
peligro de muerte
ojo la muerte
y esa es la enseñanza que recuerdo de mi padre
y no es poco por cierto
pero cuando mi madre vino con aquello
con aquellas palabras enjauladas y las soltó
como quien suelta un pájaro en un salón de fiestas
bueno
aquellas palabras me gustaron, creo,
aunque no las recuerdo sí recuerdo que me hablaban
decían “hermano” por algún lado
decían Adán
que es lo mismo que la nada al revés
o sea, el todo.

lunes, 16 de agosto de 2010

PROPUESTA ARTIFICIOSA


Acabo de leer parte de la revista digital Otro Cielo. Había algunos cuentos de amigos que ya había leído, así que no transité por ellos. Por otro lado, como estoy engripado y me cuesta bastante fijar la vista en la pantalla durante mucho rato, debía escoger muy bien qué cosas leer. Decidí enfocarme en las respuestas de los escritores a ciertas preguntas. Entre ellas la infaltable sobre influencias. Pero claro…, ninguno de los entrevistados (salvo uno, creo recordar) habló de poesía, y esto es comprensible si asumimos que el contenido básico de la propuesta de Otro Cielo es la narrativa. Es así que se me vino a la cabeza otra propuesta muy muy muy artificiosa que dejo a la consideración de los amables lectores de este blog: ¿por haber escrito qué obra poética usted sería capaz de quemar todo, de renegar de todo lo que ha escrito a favor de convertirse en ese otro al que admira? Dicho de otra manera: ¿qué poesía le habría gustado escribir hasta el extremo de renunciar a su propia escritura por ello?
Obvio que todo esto es metafórico y que nadie va a querer dejar de ser lo que es, y menos si es feliz con lo que es. Por eso, digámoslo de nuevo, se trata de un juego, simplemente.

Creo que mi lista es esta:

1- Florentino y el diablo, de Alberto Arvelo Torrealba (cada vez que lo escucho me parece que no hay mejor poesía latinoamericana que estos versos de corrido venezolano).
2- “The two trees”, de W,B. Yeats, al que ya he mencionado muchas veces en este blog, un poema místico-amoroso de una belleza excepcional.
3- “La noche oscura del alma”, de San Juan de la Cruz, que va por el mismo lado aunque no lo parezca.
4- Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique.

viernes, 13 de agosto de 2010

ALGO EN TU ROSTRO (llegada y realidad)


Cuando lo vi después de diecinueve días mi mirada se cerró en su rostro. No ocurrió de inmediato. Antes, en dos segundos, vi que a esperarme habían ido no sólo Ale, Santi y Pablo sino también mis padres, mi hermano y mis suegros. Pero eso fue en dos segundos. Después, en el trayecto desde la última puerta a la valla, mis ojos sólo pudieron distinguir la cara de Santiago. Lo demás se borró rápido, se volvió oscuro y fue como esos efectos de las películas de ciencia ficción en los que se quiere dar a entender que la nave alcanza la velocidad tal o cual y se pierde en la negrura. Sólo brillaba la cara de Santiago, como un sol. Es decir, era un sol. Dijo papá y le hizo fuerza a su abuelo para tirarse por arriba del obstáculo. Lo recibí temblando y sin llorar. Siempre creí que en ese momento iba a llorar. En realidad no podía más de la felicidad. Santiago se prendió a mi espalda y después lo saqué para darle besos y él me miraba fascinado. Sentí una mano suave en la espalda y supe que era Ale. Nos agarramos los tres, que bien mirados somos cuatro, y nos dimos un abrazo de emoción y nadie lloró. Todos felices.
En el camino les conté que desde el avión había identificado clarito a San José por las luces de las calles del centro, por las luces de la cooperativa (increíble: ¡vi desde cinco mil metros, mientras descendíamos en la noche negra, los postes del alumbrado público!), por las del frigorífico que está a un par de kilómetros. Santiago no se me despegaba: habían llevado su silla para vehículos pero terminó por dormirse en mi falda contraviniendo cualquier buen consejo referido al tránsito.
Después vino la realidad: mis alumnos (parece que al menos algunos me extrañaron), mis compañeros (algunos ni se enteraron que me había ido), mis cuentas, los arreglos de la citroneta, el peso a peso hasta fin de mes –esto vino enseguida-, los conflictos y hasta los paros.
Y también más realidad: antesdeayer (miércoles 11) una noticia en la tele: “Cae ómnibus al abismo en el norte de Perú. Veintidós muertos.”
A veces pienso en el azar. En el libre albedrío. En la ilusión de que tomamos decisiones por nosotros mismos…

viernes, 23 de julio de 2010

PERÚ III


I

Llega a su fin la segunda parte de la gira. Al momento de escribir estas líneas estoy en un hotel de Piura que se llama Melodi. Sí, con i latina. Este es el momento de todo viaje (al menos de todos mis viajes, que tampoco son tantos) en el que lo único que deseo es ir quemando etapas hacia mi regreso definitivo con Alejandra, el Santi, la panza, mi hermano, mis padres y mis amigos, mis alumnos y mis compañeros. No se interprete algo así como que he pasado mal. Nada que ver. Todo lo contrario. Tanto Harold como Willy han demostrado ser excelentes anfitriones, al igual que la familia de Willy, tanto en Ayacucho como en Lima. Las personas que hemos conocido nos han tratado de maravillas y para mejor la convivencia con mis compañeros de viaje ha estado muy bien. Lo único que me pasa es que ya van muchos días sin ver a lo que más me importa en la vida. Intento no obstante pasar el mejor rato posible y escribir cada poco las cosas que nos van sucediendo. Eso me es muy grato y realmente ayuda a acelerar.
Ya pasamos una noche aquí, en Melodi, y deberemos pasar otra ya que nuestro regreso a Lima se inicia mañana. Esperemos que esta noche no sea, para los otros huéspedes ocasionales del hotel, tan divertida y escandalosa como la anterior. Déjenme explicar que en Piura y al parecer en todo Perú, el hotel y el motel son la misma cosa. Anoche esto era un concierto de felicidad en otras piezas de los alrededores mientras a mí me tocaba ver un programa de fútbol de Quique Wolf sobre Marcelo Salas e Iván Zamorano. Hace un rato, en la mañana, todos intercambiamos comentarios y risas al respecto, en particular por cierta pareja que, según Juan Manuel Rodríguez Biedermann, habría iniciado una y otra vez el combate al grito de “papacito”, “papacito”. Cosas que quedarán en la memoria…

II

El primer encargado de esta segunda parte de la gira fue el editor adjunto Harold Alva, quien nos acompañó durante los primeros tres días. Como Harold no deseaba conducir (o no sabía, o no quería, o a lo mejor sentía que le va mejor de copiloto, vaya a saberse…), el lugar del chofer lo cumplió alguien de quien desafortunadamente no puedo dar el nombre, no porque él me lo prohibiera (por el contrario, me autorizó y me pidió que así lo hiciera) sino porque en realidad me da cierto pudor personal. Pero pongámosle al menos un sobrenombre: Cholito CP.
No conocimos a Cholito CP de la mejor manera, admitámoslo. El tipo llegó tarde a buscarnos por la casa de Willy. Más de una hora tarde. Desde que bajó de su propio coche ya se vio cómo rugía esa fiera. Saludó rápido, a las risas y en menos de lo que canta un gallo ya atravesábamos las afueras de Lima hablando de deudas, sexo, fidelidad y los cinco hijos que sus correspondientes amores le habían adjudicado. Todo en términos muy risueños, pícaros y a veces chabacanos. Cholito CP no tenía vergüenza ninguna en hablar por celular en voz alta en diálogos como este:
-Pos que ya te pagaré. No te preocupes. Tú hazlo.
-…
-Pos que la culpa la tiene este otro… sssuuu madre… que me ha hecho poner doscientos soles de mi bolsillo y ahorita no puedo pagarte.
-…
-Que ya no molestes, que voy saliendo de Lima y voy conduciendo y no puedo hablarte. Sssuuuu madre…

En determinado momento nos para un policía de tránsito que había visto que Cholito CP venía manejando mientras hablaba por celular. Nuestro conductor disimula muy groseramente y mientras abre la ventanilla ya va espetando:
-Mira que yo no estaba hablando por móvil. Si me quieres agarrar me agarras por otra cosa, pero yo no venía hablando. Naíta más lo tenía en la mano.
-Los papeles, señor…
-Que te digo que no venía hablando por el móvil, que has visto mal.
El policía tomó los papeles y se retiró hacia sus compañeros. Harold empalideció de miedo al ver que Cholito CP salía del auto impulsivamente. Todos nosotros, incrédulos, festejamos un poco y después Juan Manuel preguntó si habíamos visto el arma que llevaba Cholito en la guantera.
Chan…
Nos quedamos mirando. Cholito realizaba ademanes frente al policía como si fuera un padre amonestando a su hijo. Harold se revolvía intentando desarticular el enredo y, cuando finalmente subieron, a mí me tocó preguntar de forma directa si en el auto llevábamos un arma.
-Anda, pos que sí, cholito, que no te preocupes que tengo licencia.
Aún así, no me pregunten por qué Cholito CP, después de todos estos insucesos, nos ha resultado una de las personas más entrañables y queridas de toda la gira. Empezó raro, lo admito, pero al final todos quedamos con la sensación muy fuerte de que había sido un privilegio conocerlo y compartir con él tantos equívocos. Se robó un lugar en nuestros corazones y más de alguna participación como personaje en nuestras probables e improbables narraciones futuras.
¡Salud, hermano!
Finalmente aviso que dejo pendientes un par de cosillas tanto de Cholito CP como del poeta piurano Harold Alva, un tipo muy cómico, movedizo y gran imitador de políticos peruanos.
Será para la siguiente.

domingo, 18 de julio de 2010

PERÚ (II)


Dedicado a todos mis amigos bloggeros, particularmente a LAC, que ha estado cerca de mi familia estos días de mi ausencia: ¡gracias amigo!

Perú es una cosa grande. Todo es grande en Perú. No sabría definirlo mejor. Montañas enormes, laderas interminables, caminos largos y sinuosos, ríos caudalosos que bajan del deshielo. Todo es exceso en Perú, desborde de la naturaleza. Uno siente, como Pascal, que el hombre no es nada pero que a la vez es todo. Se empequeñece la percepción de uno mismo aunque en contraste se termine admirando al animal capaz de haber construido casas, poblados, ciudades y rutas a esa altura irrespirable aderezada con cierta proporción de pobreza material que podríamos catalogar de extrema.
El domingo llegamos a Ayacucho, en particular a su capital, Huamanga, una ciudad universitaria y totalmente movilizada por el tema cultural. Miramos la final del mundial (¡verdad que parece que fue hace más, mucho más de una semana!), comimos y salimos al hotel. Juan Manuel Ramírez, el escritor paraguayo autor de la novela El fondo de nadie (ya la veremos en el blog del club de catadores cuando pueda ponerme a escribir sobre eso) y quien les habla fuimos alojados en un hotel céntrico a dos cuadras de la plaza. Desde ese momento en adelante mis peripecias se resumieron a conseguir agua caliente para el mate y a tratar de calmar el potente dolor de cabeza que las nueve horas de viaje (salimos a las 4 de la mañana y llegamos a las 15) y la altura me habían provocado. De noche caminé por la ciudad con Miguel, encargado de un proyecto interesantísimo de lectura que trabaja con Ediciones Altazor (entre otras editoriales), tomamos un café y finalmente charlamos mucho sobre uno de los tópicos fundamentales de esos dos días en Huamanga: Sendero Luminoso y sus inicios justamente allí, en Ayacucho, particularmente en esa ciudad.
El lunes se incorporaron a la gira los escritores Ernesto Carlín de Perú, Claudia Apablaza de Chile, Jorge Enrique Lage de Cuba y el argentino Oliverio Coelho, autor de Borneo, la novela que estoy leyendo precisamente en estos momentos (porque cabe agregar que nos hemos impuesto la tarea de leernos). Resumiendo, en esos dos días fuimos a varios colegios, a la Universidad de la Educación de Huamanga, al Centro Cultural e incluso al teatro de la municipalidad, donde han tenido el desatino de nombrarnos Huéspedes de honor (tengo una medalla y un diploma que así lo certifican, los miro y me pellizco a ver si es cierto).
Uno de los puntos más significativos de nuestra aventura en esta ciudad fue el desayuno del día miércoles en la casa de un referente de la cultura quechua a quien prefiero no nombrar por ahora. Pues bien, fuimos y desayunamos junto a su esposa y a un amigo cuyo segundo apellido era Vallejo y de quien el inefable Willy del Pozo me hizo creer que era sobrino de César… en fin, volvimos a hablar de Sendero, conocimos de primera mano los movimientos iniciales (esto lo sabe todo el mundo, claro) y el desarrollo y la escalada, los fundamentos ideológicos del movimiento y su penetración en el campesinado y en las clases cultas. Después fuimos deleitados por dos huaynos ayacuchanos cantados allí mismo por la dueña de casa y salimos hacia Huantha.
Para ir a Huantha lo hicimos en el Altazor móvil (una linda y amplia camioneta donde viajamos horas, horas y más horas…). Llegamos y Miguel se convirtió en nuestro guía pues esta es su ciudad. Visitamos un colegio de mañana y volvimos a ese lugar en la tarde pero ya con un perfil de actividad más para público adulto. Huantha también se convirtió en una gran anfitriona.
Al otro día arrancamos la cosa con una novedad hermosísima que me llegó a través de un mensaje de Alejandra que decía así: Buenas noticias. Ganaste una mención en el concurso Banda Oriental. Ganó Leonardo D L. Pegué un grito en la camioneta y expliqué a Juan Manuel Ramírez (íbamos juntos a tomar el ómnibus hacia Huancayo) lo que significaba todo aquello y cómo me quedaba la sensación de que ciertas cosas del círculo van organizándose y cerrando de a poco. En referencia a esto, en cuanto tuve oportunidad entré a los blogs de IFDP y DGB y me encontré con el desarrollo de la novedad y con comentarios cuyo contenido tenía que ver con dos alegrías: primera: ganó Leo, pero segunda y fundamental: tenemos partido en Minas (gracias, obvio, a que ganó Leo).
Pero no todo lo que empieza bien sigue bien… Este día pasará a la historia como el día en el que sentí más miedo en mi vida. Ya una vez en este blog conté la historia de una canoa que se me dio vuelta a kilómetros de la isla más cercana en un lago canadiense y con adolescentes a mi cargo. Allí me asusté como nunca, pero esta vez la cosa fue aún más fea. Expliquemos: la ruta de Huantha a Huancayo bordea los Andes centrales, sube a más de 4000 metros y baja hasta los 3300. Es el único tramo no asfaltado de todo el recorrido por lo que se decidió que dos de nosotros fuéramos en ómnibus y aliviáramos así la camioneta. ¿Quiénes se ofrecen? Pedro y Juan Manuel. Juan Manuel me refiere unas historias muy, muy, muy interesantes para su novela larga (que ya lleva unas cuatrocientas páginas según le entendí) y después se duerme como un angelito justo cuando el camino se vuelve angostísimo y totalmente malo, pedregoso, peligroso. Yo no hago otra cosa que pensar en Alejandra y en Santiago y en el nuevo hijo o nueva hija que viene y me digo que esto no lo hago nunca, nunca, nunca más en mi vida. De repente (el asunto ya era grave de andar nomás a dos pasos de precipicios de dos mil metros y así tomar curvas, frenar, etc.) el ómnibus se para en una curva en U. Del otro lado venía un camión con zorra cargado de piedras y ya no podía retroceder para dejar lugar. Afortunadamente el encuentro no ocurrió a gran velocidad. Se bajaron los choferes, coordinaron una maniobra y de improviso el ómnibus echa para atrás en la curva y se coloca al borde, al borde borde, no a dos metros del borde, sino al borde del precipicio, para que el camión pase entre él y la montaña. Yo ya estaba nervioso, pero de a poco los otros pasajeros fueron levantándose a ver qué sucedía y cómo se resolvía todo aquello y empezaron a proferir quejas indignadas y a ejecutar movimientos de rechazo e incluso alguno se agarró la cabeza. Es decir, el asunto era peligroso incluso para ellos, que supuestamente estarían acostumbrados. Me senté en mi asiento y me puse a rezar mirando en el celular la foto de Ale y Santiago.
¡Dios! ¡Dios existe! (Aunque es fácil tener fe cuando uno tiene miedo…)
¡Gracias Dios!
Llegamos a las cuatro y media de la tarde a Huancayo. Nos llevaron a un Hotel en el que me tocó alojarme en el quinto piso. No es fácil subir hasta el quinto piso de un lugar cuando ya estás a 3300 metros sobre el nivel del mar. Pero me poseía una felicidad que hasta entonces sólo había experimentado aquella vez en el lago canadiense: ¡vivía!
Bueno, nuevas visitas a universidades, presentaciones de las novelas, etc.
Viernes: de Huancayo a Tarma, donde también fuimos declarados huéspedes ilustres (nuevas medallas, nuevos diplomas, nuevos pellizcones a ver si era verdad). La gente nos ha tratado de maravillas, en particular los jóvenes que, como las novelas no están a precios inaccesibles, suelen aparecer en cantidades importantes, después de cada presentación, con su ejemplar a conseguir autógrafos.
Sábado: de Tarma a Lima por la montaña (pero ya en ruta asfaltada y segura), donde me tocó hacer de copiloto (se estila, en Perú, que el acompañante vaya asesorando al conductor en sus decisiones sobre adelantar, frenar, etc.). Seis horas y pico de viaje con almuerzo incluido en un exclusivo club en los accesos a Lima y un hermoso embotellamiento que por suerte no nos demoró más que media hora.
En la tardecita nos fuimos a un lugar llamado Polvos Azules, una mezcla de feria y shopping en la que compré unas cuantas cositas que necesitaba y que estaban a muy buen precio. Entre ellas un pantalón deportivo de los baratos para jugar hoy domingo al fútbol contra unos escritores y allegados peruanos. Por suerte Lima está a nivel del mar. A propósito, el tema del fútbol se ha vivido con una intensidad importante aquí: todos hablan de Forlán y de la justicia de que se lo haya designado mejor jugador del mundial. Tengo que decir que eso me encanta.
Ahora la gira sigue hacia el norte. No vamos a subir ni medio metro (de eso ya me aseguré para poder escribir esto, no vaya a ser que Alejandra se preocupe…), todo va a ser al nivel del mar y sobre la costa del pacífico.
Cosas sueltas: hemos conformado un grupo hermoso y simpático. Nos llevamos muy bien y la gente nos mira como si fuéramos locos. Todos los acentos son diferentes (incluso el de Oliverio, que debería parecerse al mío, es bien distinto). Hemos conversado mucho sobre temas políticos, particularmente con Juan Manuel (es increíble cómo ha leído este muchacho y cómo reinterpreta la realidad política y social de su lugar) y con Jorge, que además debe soportar, en cada presentación, la pregunta obligada en referencia a la apertura o no de Cuba, etc., etc. Sobre lo literario, digamos que al parecer Claudia, Oliverio y Jorge transitan por caminos fantásticos, distópicos, caminos de la imposibilidad del ser, mientras que Juan Manuel y yo, en estas dos novelas breves, nos hemos planteado partir del realismo y plasmar, en el caso de Juan Manuel, un dolor existencial y, en el mío, una anécdota más o menos divertida. Parecerá raro lo que voy a decir, pero las novelas se venden muy bien en cada auditorio.
Por último quisiera dejar unas palabras sobre Willy del Pozo, el editor. Este hombre está loco. Su celular suena cada cinco minutos incluso en los momentos más incómodos que uno pueda imaginarse. Trabaja de forma incansable para la editorial, con una energía y una dedicación que ya le envidiaría cualquiera. Nos ha procurado todo lo que hemos necesitado y se ha preocupado constantemente de nuestra buena estadía. Eso sí: cuando discute sobre algo de lo que está convencido (por ejemplo sobre si el pisco es peruano o chileno) no parece haber oportunidad para su oponente ocasional. También menciono a Miguel Campos, Profesor de Letras y artífice de un buen proyecto de lectura familiar para los colegios que ya me gustaría copiar para mis alumnos de San José. Pero además gran tipo, sencillo, trabajador, amigo.
En fin, no aburro más: ¡un saludo a todos!

PERÚ (I)


PERÚ


I

11 de julio de 2010. 20:12 h.

He pasado dos días en Perú. Dos días en los que hicimos poco y viajamos mucho. Para empezar los vuelos fueron dos aunque en el mismo avión, pues salimos de Montevideo y paramos en Asunción antes de la etapa final a Lima. Se me hizo largo en parte por esta incomodidad que me causan ahora los aviones y también porque no pude pegar un ojo. Al lado mío venían un niño de cuatro años y su padre (habían subido en Asunción) y realmente me resultaban simpáticos, sobre todo por su forma de relacionarse el uno con el otro, puro cariño y hablando mitad en castellano y mitad en inglés.
Bueno, la verdad es que no sé cómo es que el avión aterrizó en el aeropuerto de Lima pero lo hizo a la perfección. No se veía nada de nada por la niebla y aún así el piloto, cada vez que hablaba, transmitía una tranquilidad digna de la más absoluta confianza. Una cosa notable.
Me estaban esperando tres personas relacionadas a Ediciones Altazor. A la primera que vi fue a Roger Antón, novelista peruano, sosteniendo un ejemplar de La noche que no se repite. Suena raro llamarla así cuando sé perfectamente que era, que fue, otra cosa. Pero ahora es eso. Después vi a un poeta (un poeta que confesó escribir sólo para él) y finalmente a Willy del Pozo, el divertido editor. Me condujeron a un hotel en la camioneta de Altazor. En el trayecto por cierto que hablamos de todo un poco, pero sobre todo de autores peruanos y uruguayos. Mencionaron a Benedetti, Onetti y Galeano, en ese orden.
Llegamos al hotel y me dispuse a dormir. Me desperté para ver el partido de Uruguay. Historia conocida sobre la que no abundaré. Digamos que se trató de un momento bien solitario.
El mejor momento del sábado sin duda fue la comunicación con Alejandra y Santiago vía Skype. ¡Maravilloso! El segundo mejor momento fue la cena en casa de Willy del Pozo, compartida con Juan Manuel (escritor paraguayo), Sara y la madre de Willy. Además conocí a Alejandra, la hija mayor de la pareja, una niña de seis años totalmente histriónica y buena, y también a Valeria, que tiene dos meses de nacida y es muy bella. Aproveché tal circunstancia para entregar como presente a Willy ejemplares de los libros de Damián, Leonardo y Valentín que previamente me habían sido dados en Banda Oriental. Willy comentó que la idea para el próximo año es que se continúe con las giras así que parece que de algo va a servir. Hablamos sobre muchas cosas pero hubo un tema que nos fue cercando por una mezcla de interés histórico y mito: Sendero Luminoso y el terrorismo. Sobre esto hablaremos después…
Volvimos al hotel a las doce con la amenaza de que a las tres y media debíamos despertarnos para comenzar el viaje (suplicio agrego yo ahora) hacia Ayacucho.

lunes, 28 de junio de 2010

LA NOCHE QUE NO SE REPITE (ex FICHAS)


Amigos del talón (si es que queda alguno después de tanta desidia bloguera…): estoy tan feliz como pueda estarlo una persona semi consciente de la realidad del mundo, por varios motivos en los que entran mi familia, mi trabajo, la selección de fútbol, el que ayer pude ver un partido del mundial con dos de mis tres mejores amigos (y calentarnos por lo mismo, y pasar un buen rato), etc. Otro de estos motivos que contribuye a mi estado de ánimo es la edición de una humilde novela mía que compuse hace dos años y que algunos de ustedes han tenido la ingrata suerte de leer a modo de conejillos de indias o correctores. Esta novela que tanto me ha gustado hacer (al menos eso sí lo tengo claro, que me gustó mucho escribirla, además de que coincidió con los últimos meses de Santiago en la panza de su mamá…) y que en otros tiempos se llamó Fichas, sale editada con el pomposo nombre de La noche que no se repite a través de Ediciones Altazor, una editorial peruana amiga cuyo contacto es obra del azar y de la crítica Ana Inés Larre Borges. El asunto se acompaña con una gira por varias ciudades del Perú en la que estaré participando junto a otros escritores latinoamericanos menores de 40 durante la segunda mitad del mes de julio (de hecho salgo el 10, un día antes de que nos consagremos con Forlán y Arévalo Ríos, y no olvidemos al Ruso Pérez ni a Cavanni, y pego la vuelta el 28). La verdad es que es una linda sensación, a la vez que un poco, ¿por qué no decirlo?, angustiante el hecho de tener que irme lejos, aunque sea por unos días, de las dos cosas (tres, en realidad, porque quien vea a Alejandra verá a dos personas, una de ellas bien oculta, pero está…) que más quiero en el mundo… En fin… las mudanzas de la vida y sus cosas lindas.

viernes, 28 de mayo de 2010

DICCIONARIO FANTASMA


PEDRO PEÑA

Fantasma, n. Esta es una palabra que admite muchos significados y diversos usos, siendo el más frecuente aquel que se refiere a determinada persona caracterizada por su habilidad para engañar, enorgullecerse por poca cosa o hacernos creer que es inteligente cuando en realidad es mucho menos que estúpido. Sin embargo, si nos remontamos a la verdadera definición de la palabra, estamos hablando de cierta especie de criatura de carácter espiritual que, sin tomar en cuenta el insignificante hecho de haber muerto, persiste en asustar a los propietarios de determinada casa vestido con sábanas o trapos viejos. Yo le tengo más miedo a los fantasmas de verdad, es decir, a los de carne y hueso de la primera definición.
Faraón, n. Cualquiera de los antiguos reyes de Egipto antes de la conquista de este país por los persas. Cabe acotar que los tan mentados faraones eran hombres de costumbres un tanto extrañas. Para empezar, se hacían construir tremendos mausoleos y tumbas (con forma de pirámides) con el fin de que los enterraran con toda pompa. Por si esto fuera poco, cuando morían ellos, hacían matar a todo su séquito en represalia, lo que a decir verdad era una buena forma de evitar que alguien cercano al faraón atentara contra su vida (lo que sería catalogado por los criminólogos contemporáneos como un caso complejo de homicidio-suicidio simultáneo). Otra de sus perversiones consistía en desperdiciar enormes cantidades de comida que hacían enterrar con ellos para que los espíritus no volvieran a morirse (esta vez de hambre) después de haber resucitado. Pero lo más extraño era esa manía de querer aparecer en los retratos siempre de perfil, lo que ha motivado chistes tan malos como aquel muy conocido de “¿sabés por qué Egipto es el país más angosto del mundo?”. Aberrante.
Faringe, n. Anat. Conducto muscular y membranoso situado en el fondo de la boca y con varias aberturas por las que comunica con las fosas nasales, la laringe (con la cual suele confundírsela) y con el esófago. Pero lo más curioso es que su faringe, amigo lector, también comunica con las trompas de Eustaquio, aunque usted no se llame así.
Fauna, n. Es la mejor amiga de flora, ya que siempre andan juntas.
Fe, n. Virtud teológica que permite que podamos creer en algo que no podemos ver ni probar. Es así como creemos sin ambages en la existencia de planetas tales como Neptuno o Saturno, o en la decencia de los políticos y en la buena disposición de los uruguayos a lucharla hasta el final, sin dejar de lado la creencia en las posibilidades de ganar en juegos de azar tales como el cinco de oro o la quiniela (¿qué sé yo si Rodríguez Tabeira no es más que un holograma y el tipo de la radio que pasa la quiniela no es más que una cinta pregrabada desde tiempos inmemoriales hasta la eternidad?). También los dioses de todas las religiones utilizan a la fe como medio fundamental de existencia en las conciencias de sus fieles. Pero suele esta ser una fe mentirosa, hija del miedo a las represalias divinas, imaginadas por las más inescrupulosas mentes humanas.
Fénix, n. mit. Ave maravillosa empeñada en renacer de sus cenizas, tal como sucede con cantantes como Julio Iglesias o María Marta Serralima, o políticos tales como ... (complételo usted mismo).
Filósofo, n. Dícese de aquel que, habiendo bebido más de la cuenta, se vuelve verborrágico e intenta aconsejarnos, desde su borrachera, los mejores caminos de la vida y aquellos que deberíamos evitar. Sin embargo no nos explica cómo es que él, conociéndolos, no ha tomado los primeros ni evitado los segundos, y está allí en frente de nosotros, bamboleándose peligrosamente contra el mostrador. Cabe agregar que la peor subespecie de filósofos son los filósofos del fútbol.
Fobia, n. Miedo o aversión a alguna cosa. A continuación citaremos algunas de las más comunes presentes en nuestro país, tan obvias que no necesitarán explicación: examenofobia, librofobia, laburofobia, esfuerzofobia, pagarenfechafobia, casamientofobia, fútboluruguayofobia.
Folklore, n. Conjunto de creencias, costumbres y tradiciones de las clases populares de una región o país. Según un pertinente estudio sociológico realizado a los efectos de ilustrar este diccionario en este preciso término, el folklore está evolucionando permanentemente. Es así que para los próximos treinta años se calcula que algunas costumbres, acompasando el cambio de las masas, pasarán a engrosar el conjunto de elementos variados que compondrán el nuevo folklore nacional. Algunas de ellas podrían ser: el consumo en los días de lluvia de tortas fritas en Mc Donald´s (con y sin dulce de leche), el auge de los folkloristas del pop latino (que supuestamente ahora estarían surgiendo para convertirse en artistas a la altura de lo que hoy serían Zitarrosa o Los Olimareños), las competencias de mountain bike (en sustitución de las jineteadas), el abuso publicitario político-electoral por internet (donde aparecerían cientos de ventanas abriéndose permanentemente y estorbando las tareas que uno quisiera llevar a cabo, en sustitución de la invasión propagandística televisiva y radial), y la folklorización final y definitiva de un casi mito de la cultura nacional: la noche de la nostalgia. La palabra folklore es una voz inglesa (folk-gente, lore-saber), lo que no pega mucho con su aplicación por estos lados.
Fortuna, n. Deidad mitológica que repartía sin ton ni son los bienes y los males del mundo. La falta de profesionalismo y el consiguiente desgano demostrado por esta diosa son las explicaciones de por qué unos tanto y otros tan poco.

sábado, 22 de mayo de 2010

¡OJO CON ESE REVÓLVER!


Bueno... admitamos... me estoy quedando sin temas para mis columnas del Primera Hora y no consigo a quien entrevistar, así que ahora me dedico a hacerme entrevistas a mí mismo. Contra todo pronóstico, a la gente le gusta... Algo anda mal... Aquí dejo la cuarta de una serie indeterminada que amenaza constantemente con no dar para más y siempre termina dando.




PPP (Pedro Peña Pregunta). Veo que usted es una excelente manifestación de lo que es un ser humano.

PPR (Pedro Peña Responde). ¿Por qué lo dice? ¿Cuál de todas mis excelsas virtudes ha visto usted ahora?

PPP. En realidad lo que quiero decir es que usted es humano en el estricto sentido de los errores y los defectos… Fíjese: otra vez las once y media de la noche y usted, en vez de descansar, escribiendo estas horribles líneas.

PPR. ¿Acaso no fue idea suya?

PPP. Sí. Lo admito. Pero usted, ¿no piensa en sus lectores, en ese hombre del club que agarra el diario el sábado a las diez de la mañana mientras le sirven el primer whisky, o en esa mujer que culmina las compras y ahora se dispone a descansar en el sillón y a leer algo lindo? ¿Y ese futbolista josefino que va directamente a las páginas de atrás y solloza de bronca cada vez que no está su nombre? Esa gente, Peña, merece lo mejor de usted. Y lo mejor de usted difícilmente pueda salirle a estas horas. Estoy tentado a decirle que lo que usted hace es una chantada.

PPR. ¡Mirá quién habla! ¡El ahorcado se asusta del degollado!

PPP. De todas maneras, hoy quisiera entrevistarlo sobre algunas cosas de actualidad. Si usted me permite, quisiera empezar por lo del clásico. ¿Qué me dice?

PPR. No lo vi.

PPP. Ah… Bueno…, ¿y del stress del presidente?

PPR. Ni idea de lo que me está hablando.

PPP. ¿Acaso ha oído usted hablar de la gigantesca mancha de petróleo en el Golfo de México?

PPR. ¿En México hay un golfo? No me joda… Si vamos a hablar, hablemos en serio.

PPP. ¿Y qué es para usted hablar en serio?

PPR. No sé… hablar de algo que nos interese a todos.

PPP. ¿Por ejemplo?

PPR. El álbum del mundial. Ese sí que es un gran tema. Mucho más importante que cualquier mancha de cualquier cosa en cualquier golfo.

PPP. No me diga que usted lo colecciona…

PPR. ¡Claro! No bien salió lo conseguí. Ahora me dedico a intercambiar figuritas con mis alumnos en los recreos. Me encanta dar clases, pero desde que está el álbum me gustan mucho más los recreos.

PPP. ¿Le faltan muchas figuritas?

PPR. Sólo la del Cebolla Rodríguez y la de Zanetti.

PPP. Pero… lamento decirle que ninguno de los dos está citado para el mundial…

PPR. Eso que usted dice es una barbaridad. Si están en el álbum forzosamente deben estar citados. ¿No?

PPP. Bueno… no podría asegurárselo… Dígame, ¿es este el primer álbum que colecciona?

PPR. Claro que no. Recuerdo que siendo yo muy niño llegué a completar por lo menos dos más. Uno era el correspondiente a aquella serie de dibujos animados que se llamaba Marco: de los Apeninos a los Andes, una cosa triste, triste, que a cada rato te hacía llorar. El otro también pertenecía a una serie parecida. Esta última se llamaba Jackie y Nuca, que eran dos ositos con problemas en algún bosque del Canadá.

PPP. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Pero basta! ¿Vio esto que tengo en la mano?

PPR. Esteeee… sí… se parece a un revólver…

PPP. Y está cargado. Si no me contesta lo que quiero lo chumbeo.

PPR. (Temblando) Bueno… faltaba más…

PPP. Ahora sí nos entendemos. Dígame por favor qué piensa usted de la rebaja en los sueldos de los funcionarios públicos españoles.

PPR. Sí… sí, tranquilo. ¿Qué pienso? Déme unos segundos por favor… Ya está: lo que pienso es que no me gustaría ser un funcionario público español en estos momentos… Pienso además que, vaya a saber por dónde, esas cosas terminan secretamente afectándonos a nosotros aunque estemos a miles de kilómetros y no tengamos nada que ver.

PPP. Bien. Al fin una respuesta concreta sobre un tema importante. Lo felicito.

PPR. ¿Podría, digo, si no lo toma a mal, bajar el arma?

PPP. Ya veremos. Ahora dígame algo sobre los feriados y toda esta polémica acerca de que unos quieren sacar los feriados y otros quieren poner más.

PPR. ¿En serio? Pero qué vergüenza, por favor. ¿Cómo alguien puede proponer una cosa así? De esta manera este país nunca saldrá a flote. Si no se generan posturas claras y radicales en estas cosas, ¿qué se espera del Uruguay? Pienso en la cantidad de feriados que hay y por cierto que es vergonzosa… ¡Son muy pocos! ¡Claro que hay que poner más!

PPP. Usted… usted… es un ser despreciable. Un vago de primera.

PPR. ¡Momentito! Porque usted tenga un arma amartillada apuntándome, eso no le da ningún derecho a insultarme. Mire que lo está viendo la gente. Hay cientos de testigos de su abuso.

PPP. No me maree con sus elucubraciones. Sigamos con la entrevista mientras tengamos espacio. Quisiera saber su opinión sobre el tema del conflicto por la ex Botnia, los puentes cortados y todo eso.

PPR. Mmmm… No sé de qué me está hablando. Creí que el país se llamaba Bosnia y no Botnia. Y de los puentes lo único que me animo a decirle es que Los puentes de Madison es una gran película, que a lo mejor los habían cortado, pero en la película eso no queda claro. Además, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Pero no me quiero ir de tema… Ya que estoy hablando de películas, me gustaría recomendarle Gran Torino, que también es de Clint Eastwood.

PPP. (Bajando el arma) Usted realmente me supera…

sábado, 20 de marzo de 2010

LOS DOS ÁRBOLES (The Two Trees)


W. B. Yeats

Trad.: P. P.


Es muy difícil la labor de traducción para quienes no tenemos más que un limitado conocimiento en la materia y muy poca práctica. Pero es una tarea muy, muy recomendable. Hay que pensar en el lenguaje y sus posibilidades y elegir. Recomiendo como ejercicio para desbloquear tardes de escritura que no sale. Me sentí transportado. Casi estoy tentado a decir que se esconde en esta tarea un alto valor catártico, más allá del incierto valor de una traducción totalmente amateur, como esta que sigue y en la que he venido trabajando desde hace tiempo ya y que por fin creo haber terminado. Admiro con el corazón a Yeats. Si eso queda claro, misión cumplida.


LOS DOS ÁRBOLES (The Two Trees)


Amada, mira en tu propio corazón,

el árbol sagrado crece allí;

desde la alegría brotan las sagradas ramas

y todas las trémulas flores que sostienen.

Los colores cambiantes de sus frutas

han salpicado a las estrellas de luz sagrada;

la seguridad de su raíz escondida

ha plantado tranquilidad en la noche,

el vaivén de su cabeza de hojas

le ha dado a las olas su melodía.

Casados, mis labios y mi música

murmuran una mágica canción por ti.

Entonces los amores giran en círculo,

círculo llameante de nuestros días,

en espirales desde aquí para allá,

sobre ignorantes caminos de hojas;

recordando aquella cabellera suelta

y el movimiento de tus sandalias aladas.

Tus ojos crecen plenos de tierno cuidado;

Amada, mira en tu propio corazón.



No mires de nuevo en el amargo espejo

que los demonios de sutiles intenciones

levantan delante de nosotros cuando pasan.

O solo míralo un poco.

Porque desde allí una imagen fatal crece

acuñada en noches tormentosas

de raíces semi escondidas en la nieve

ramas rotas y hojas ennegrecidas.

Porque todas las cosas se vuelven desierto

en el oscuro vidrio que los demonios sostienen,

el vidrio de la extenuación, creado

mientras Dios dormía en tiempos antiguos.

Allí, a través de las quebradas ramas, van

los cuervos del pensamiento constante

volando, chillando, de aquí para allá,

de crueles garras y garganta hambrienta,

y allí se paran y olfatean el viento

y sacuden sus arruinadas alas; “¡alas!”

Tus tiernos ojos crecen perversos.

No mires de nuevo en el amargo espejo.

jueves, 18 de febrero de 2010

SE DICE DE MÍ...


Lo siguiente es el lío en el que me metí por hablar de fútbol, la selección de San José, periodistas y facebook... ¿Quién me manda?

Comentario 1
LAS PERSONAS COMO LOS PERIODISTAS QUE OPINAN LEEN BIEN LO QUE ESCRIBEN PARA PODER PONER UN TITULO Y UNA NOTA Y AGREGAR A JUGADORES LOS CUALES NO USAN INSULTOS?????

2
PIÑEYRO ES UNA PERSONA TAN HONRADA EN ESTE PUEBLO COMO PARA PODER SACAR NOTAS DE ESTOS JUGADORES????...... PORQUE NO PUBLICAN TAMBIEN YA QUE SE DEDICAN A INVESTIGAR LOS PROBLEMAS DE TODOS LOS CLUBES ETC ETC..... PORQUE NO LE DIERON TANTA IMPORTANCIA EL AÑO PASADO CUANDO LA SELECCION QUEDO ESCRACHADA Y LE SACARON UN TITULO ??????

3
sos un atrevido Peña, cuando decís irónicamente que cuando "uno ve a un futbolista está vindo a una perona inteligente" mirá que muchos aparte de la inteligencia corporal también tienen otras inteligencias, no subestimes ni te hagas el intelectual porque escribís, la mayoría pavadas, como el libro que tenés y de tan espantoso no lo pude terminar.

4
lei un par de cuentos de peña. a mi me gustaron. opiniones son opiniones

5
Pregunto este señor viene a ser una suerte de jurado linguistico e intelectual, pero por favor seamos serios; si crees tener autoridad intelectual para esto no deberias hacerlo aunque sea para no mostrar de manera alevosa esa soberbia que brota de la tinta de esta nota. Te aclaro que la humildad tambien es un valor que deberias tener en cuenta de esta manera no serias tan vulgar como al parecer son los jugadores de futbol segun tus dichos.

6
Para el soberbio de Peña: peña esto pensas "Lo éticamente reprochable hubiera sido quedarse sin decir nada sabiendo las cosas. "
Entonces no sabes como fue el tema. te cuento: el periodista q trabaja en tu mismo diario sabia muchos dias antes este tema y no lo publico pq se lo taparon algunos de la seleccion, como el presidente q ademas le facilita avisos. cuando se calento paralelamente con uno de los integrantes de la seleccion publico esto, lo q antes no lo hacia por conveniencia...o sea, usted piensa q piñeyro es eticamente reprochable.


7
peña sos otro como piñeyro, hablan de futbol y nunca han tocado una pelota!!! pasen por 5 aros y pìdan una para por lo menos saber lo que es! DEJEN DE HACERSE LOS QUE SON PERSONAS CORRECTAS PORQUE TODOS EN LA VIDA COMETEMOS ERRORES!! SUERTE HOMBRE Y SEÑOR CORRECTO JAJAJA

8
Pedro Fui alumno tuyo en el liceo 2 y me parece que sos una buena persona y la verdad me da gusto leer las cosas que escribis. pero te quería decir algo. Yo soy Jugador de Fútbol y me manejo en ese mundo, te queria comentar que en el mundo del fútbol se maneja un lenguaje diferente al que es utilizado en la mayoria de los lugares.. por ejemplo existe un lenguaje en el vestuario.. en la cancha.. en la charla entre los jugadores... en una charla con el técnico y asi en muchos lugares. Por lo general el fútbol es un deporte de hombres... donde la mayoria son heterosexuales.. y esas palabras "mamón" o "mamadera" su significado no es el del sexo oral como decis vos. si que es sinonimo de alcahuete o traidor.. en este Caso Cabrera se refiere a Illada como tal véz alcahuete porque saco a el del equipo y no a otro.. o traidor porque el contribuyo mucho con el campeonato ganado por San Lorenzo y ahora lo saca en la seleccion... Cabrera es el Clasio "Serrucho" del fútbol que dice cosas de los demas para que los otros piensen lo mismo.. y asi forma la clasica "camarilla" con Santa Crúz.. Olivera y Porley. en este caso Rebollo se transforma en "mamón" y no por el sexo oral... sino por ser alcahuete del tecnico... es un simple ejemplo que te doy Pedro pero el Lenguaje del fútbol es asi... en una cancha de fútbol muchas veces te pódes putiar o re putiar con tu compañero pero despúes del partido sigue todo bien, son codigos del fútbol. es un lenguaje que útiliza todo o casi toda persona que jugó al futból y compartió un vestuario.. una practica o un partido de fútbol que ítiliza con sus colegas y amigos.. lo malo que hizo Cabrera fue que lo escribio en Facebook donde ese comentario se hace Público..
el jugador de fútbol que no haya dicho "ese no juega nada" o "ese es un mamón" o ese "júez es un ladron" no es jugador de fútbol, es un mentiroso.
Saludos Pedro y espero que te quede algo claro de lo que te digo...


9
Señor Pedro Peña, disculpe usted mi ignorancia, dado que no estaba enterado de su existencia hasta la lectura de esta contratapa.
Desearía ser informado por su parte y en lo posible por parte de la dirección del periódico si fueron lectores de las contratapas escritas por Manuel “Maneco” Flores Mora en el semanario Jaque dirigido por Manuel Flores Silva.
Esas contratapas, más allá de la importancia de la lectura del semanario, eran en sí mismas el motivo por el cual uno esperaba la salida de la publicación para nutrirse de la calidad de escritura de Maneco.
Tan bellas eran, que se imprimieron todas ellas juntas en una edición.
Sepan disculpar las disquisiciones de un ignorante pero gustaría expresar algunas ideas, basado en la premisa de que nadie es tan burro que no tenga nada que enseñar, ni nadie tan sabio que no tenga algo que aprender (o como sea que fuera su verídica redacción).
Agrede al lector su expresión: “y que merecen pasar a un nivel de análisis superior al que generalmente se les otorga.” Usted no puede situarse en un pedestal y otearnos jactándose de ser superior por el análisis que va a realizar. Y más duele cuando al finalizar la lectura uno no encontró el análisis y sí lo que encontró son comentarios como los de cualquier individuo que nos podemos encontrar en la vía pública.
“Hay que entender en el mundo que nos movemos, y ése es nuestro objetivo.” Mmmmm
Frase reiteradas por muchos si las hay. En mi opinión usted no lo entiende al mundo en que se mueve o su mundo es exclusivo suyo y no compartido por el resto. Porque si pretendió explicármelo, terminé reprobado.
Coincidimos en que “el periodismo se hace con honestidad, informando desde el rigor objetivo”.
Es el ideal. Honestidad es una palabra reiterada hasta por los más corruptos.
Pasamos por una campaña política donde a diario todos los políticos se llamaban a sí mismos honestos y a los demás corruptos, conclusión: todos los honestos son corruptos.
En su análisis superior y como entendedor del mundo … no lo analizó y no lo entendió.
Honesto es la persona que por unanimidad de opiniones es catalogado así.
Objetividad no existe dado que toda opinión tiene el grado de subjetividad que el momento, las personas que intervienen, los hechos conocidos y los que se desconocen y demás variables intervinientes.
Ejemplo: usted desconoce la privacidad de los dichos del Facebook, tanto que el periodista necesitó que un amigo le permitiera el acceso porque él por sus medios no podía ingresar.
No es una “falsa ilusión de privacidad”, es una violación de la privacidad.
“diciendo lo que se tiene que decir aunque uno presuma que lo que vendrá no será otra cosa que un problema.” Para este caso especial y con honestidad y rigor objetivo le digo: la nota en cuestión se redactó con la idea de que viniera un problema diciendo lo que no se tiene que decir ni hacer.
Lo éticamente reprochable es que el periodista no fue honesto.
La intención era sancionar a los futbolistas por un enfrentamiento personal. Su pretensión no fue informar.
Varios lectores te lo han expresado y se desprende que en tu visión, los equivocados son mayoría.
Por lo pronto y confesado por usted, con la intención de reprobar el uso de la lingüística utilizada, ingresó en varios campos que desconoce (fútbol, privacidad, periodismo, etc.) los juntó y escribió una lamentable contratapa.
Zapatero a tus zapatos.
Emitir una opinión no es hacer de jurado. Ya que éste no opina, califica.
De mi parte a usted no lo califico, ni a su artículo, sólo expreso mi opinión y en todo caso comento lo que leí.
Quizás no le interesen mis opiniones, pero como no está prohibido comentar lo digo.
Por lo extenso y con el ánimo de no aburrir, finalizo el comentario.
Quedan más observaciones que si son de su interés se las volcaré en otra ocasión.
Y si quiere las contratapas de Maneco se las puedo prestar.



Uf...
¡Qué lindo para mi autoestima! ¡Primera y última vez que me meto con el fútbol maragato!

lunes, 18 de enero de 2010

VIDEO PARA LOS AMIGOS


Mientras los pintores hacen su tarea en el living quedo confinado a la habitación en la que Alejandra hace sus trabajos particulares de diseño, cartelería e incipiente camisetería. Los libros han volado de los estantes previniendo su disgusto ante el polvillo. Por suerte me queda la computadora. ¿Qué hago? …
Lo mejor va a ser que entre a Internet… ¿Para qué?
Casi mecánicamente vuelvo sobre un proyecto que tengo desde hace unos cuantos años. Traducir. Traducir versos en inglés que me gusten.

Podría ser “She walks in beauty, like the night…”

O

“Gaze no more in the bitter glass
The demons with their subtle guile
Lift up before us when they pass
Or only gaze a little while…”

Pero no estoy para ese tipo de poesía.

Instintivamente marco “Hey oh”. Me encuentro con lo que quería: la canción más conocida del Stadium Arcadium de los Red Hot y pienso en mi vinculación con esta banda mientras miro el video y me pregunto cómo es que mi rechazo inicial se trocó en el más absoluto fanatismo. Al principio los despreciaba un poco amparado en esa primigenia rivalidad con los que sí me gustaban que eran los Gun´s y que ahora francamente no soporto. Creo que todo tiene que ver con el crecimiento de la banda en el aspecto musical ya que sus músicos son expertos instrumentistas, pero sobre todo con la postura bastante combativa. Kiedis no habla en los conciertos. La gente paga por escuchar música y eso es lo que da hasta las últimas consecuencias. Por eso el último concierto en Argentina a los críticos les pareció “frío”. Kiedis no apareció con ninguna camiseta de la selección por ejemplo, y eso les dolió a un par de revistas.
Otro aparte es para las letras. Surrealismo en su más pura expresión. Incluso creacionismo, aunque ellos ni siquiera lo sepan. Y basta con un par de ejemplos: “Snow (Hey oh)” cuyo video podrán disfrutar los/as amigos/as lectores copiando y pegando en la barra la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=yuFI5KSPAt4, o “Californication” o “Death of a martian”.
Por último, siento con esta banda lo que no siento con los Gun´s: me han acompañado en el camino. Y entonces recuerdo que alguien dijo que Stadium Arcadium era un disco de esos para poner en el auto cuando se hace ruta en largo, para ponerlo y dejarlo transcurrir.

lunes, 4 de enero de 2010

Al día con las lecturas


Bueno amigos, después de una larga ausencia que me ha tenido alejado de estas canchas (no de otras), vuelvo con el inventario final de lecturas del 2009 (y primeros días del 2010).

PADRES E HIJOS, de Iván Turguéniev. Este autor es uno que siempre aparece en la lista de grandes escritores del realismo ruso, pegadito a Tolstoi y Dostoievski, es decir, como en un segundo escalón después de ese gran número uno compartido. Padres e hijos es una novela notable en la que se relata la vida de dos amigos, Basarov y Arkadi. Son dos aprendices de nihilistas (Basarov está más adelantado), lo que la vuelve una novela de hondo contenido filosófico. Recomiendo mucho.

SETEMBRADA, de Eduardo Belgrano Rawson. Otra linda novela que narra los sucesos de la guerra del Paraguay, infame agresión en la que Uruguay participó del lado vencedor. Un grupo harto heterogéneo al comando de un globo aerostático de espionaje transita por la selva y el río Paraná en busca del buen humor. Hay alguna objetable comparación anacrónica, pero después se disfruta.

EL ARTE DEL PARPADEO, de Alejandro Ferreiro. La leí en el marco de mi nueva faceta como colaborador de La Diaria. Me gustó mucho lo que hace el autor y los riesgos que corre. Escribe sobre la lucha de un hombre con un pez sin ser Hemingway… No le sale mal. Muy por el contrario, es una novela en cierto punto fascinante.

LAS DOS MUERTES DE DIONISIO DÍAZ, de Matías Castro. También para La Diaria, en este caso se trata de una completa investigación de este mítico niño héroe de Treinta y Tres (¡¡¡los pagos de mi apreciado I. F. de P.!!!). Recomiendo este libro sobremanera, a pesar de ciertas dificultades en la edición que el lector haría muy bien en soslayar en beneficio de una lectura fluida. La parte final, donde se cuentan algunos aspectos de la vida de Marina Ramos (la hermana que Dionisio salvó), que aún vive, es muy, muy emotiva.

CAÍN, de José Saramago. El bueno de José usa y abusa de sus fanáticos… No sé qué decirles… me ha dejado un poco anonadado… Caín participa de todos los eventos centrales del Génesis y se enfrenta cada vez que puede a ese dios cruel con el que Saramago tiene esa rivalidad ancestral. Nada nuevo bajo el sol. Apenas un Nietzsche un poco más loco… Y no para ahí el descontrol: Caín realiza su periplo viajando en el tiempo de atrás para adelante y de nuevo para atrás sin que nadie pueda explicar nada… Como admirador de este hombre le pido por favor que no la trabaje más de taquito. Que descanse y opine de los EEUU si quiere… pero que afloje un poco. ¿Por qué no unas memorias, José, en vez de ficción?

¡¡¡SALUD A TODOS/AS EN ESTE COMIENZO DE AÑO!!!