domingo, 18 de julio de 2010
PERÚ (I)
PERÚ
I
11 de julio de 2010. 20:12 h.
He pasado dos días en Perú. Dos días en los que hicimos poco y viajamos mucho. Para empezar los vuelos fueron dos aunque en el mismo avión, pues salimos de Montevideo y paramos en Asunción antes de la etapa final a Lima. Se me hizo largo en parte por esta incomodidad que me causan ahora los aviones y también porque no pude pegar un ojo. Al lado mío venían un niño de cuatro años y su padre (habían subido en Asunción) y realmente me resultaban simpáticos, sobre todo por su forma de relacionarse el uno con el otro, puro cariño y hablando mitad en castellano y mitad en inglés.
Bueno, la verdad es que no sé cómo es que el avión aterrizó en el aeropuerto de Lima pero lo hizo a la perfección. No se veía nada de nada por la niebla y aún así el piloto, cada vez que hablaba, transmitía una tranquilidad digna de la más absoluta confianza. Una cosa notable.
Me estaban esperando tres personas relacionadas a Ediciones Altazor. A la primera que vi fue a Roger Antón, novelista peruano, sosteniendo un ejemplar de La noche que no se repite. Suena raro llamarla así cuando sé perfectamente que era, que fue, otra cosa. Pero ahora es eso. Después vi a un poeta (un poeta que confesó escribir sólo para él) y finalmente a Willy del Pozo, el divertido editor. Me condujeron a un hotel en la camioneta de Altazor. En el trayecto por cierto que hablamos de todo un poco, pero sobre todo de autores peruanos y uruguayos. Mencionaron a Benedetti, Onetti y Galeano, en ese orden.
Llegamos al hotel y me dispuse a dormir. Me desperté para ver el partido de Uruguay. Historia conocida sobre la que no abundaré. Digamos que se trató de un momento bien solitario.
El mejor momento del sábado sin duda fue la comunicación con Alejandra y Santiago vía Skype. ¡Maravilloso! El segundo mejor momento fue la cena en casa de Willy del Pozo, compartida con Juan Manuel (escritor paraguayo), Sara y la madre de Willy. Además conocí a Alejandra, la hija mayor de la pareja, una niña de seis años totalmente histriónica y buena, y también a Valeria, que tiene dos meses de nacida y es muy bella. Aproveché tal circunstancia para entregar como presente a Willy ejemplares de los libros de Damián, Leonardo y Valentín que previamente me habían sido dados en Banda Oriental. Willy comentó que la idea para el próximo año es que se continúe con las giras así que parece que de algo va a servir. Hablamos sobre muchas cosas pero hubo un tema que nos fue cercando por una mezcla de interés histórico y mito: Sendero Luminoso y el terrorismo. Sobre esto hablaremos después…
Volvimos al hotel a las doce con la amenaza de que a las tres y media debíamos despertarnos para comenzar el viaje (suplicio agrego yo ahora) hacia Ayacucho.
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