viernes, 26 de junio de 2009

FILOSOFÍA DE ALMACÉN


Hoy en este segmento: "EL TIEMPO: ¡QUÉ LO PARIÓ!"



ALGO QUE NO SE SABE BIEN QUÉ ES.
Es uno de los propósitos del ser humano organizarse en esta cosa que llamamos vida de la mejor manera posible. Un propósito loable y a contrapelo de la voluntad desintegradora que el mismo ser humano presenta en casi todas sus líneas de acción. Tal vez esa dificultad estribe en que el tiempo no es una “cosa” cabal, no es un objeto que pueda asirse, tomarse, apenas puede representárselo en un esquema mental más o menos complejo. Y esa representación conocida por todos nos plantea una formulación del tiempo en tres divisiones clásicas que, al entender de este humilde cronista, son sólo dos.
Esa tripartición del tiempo consta de los consabidos conceptos de “pasado”, “presente” y “futuro” (en adelante serán citados en su valor conceptual sin comillas) en los que todos confiamos más o menos bien y que tan apropiados a los efectos organizativos nos parecen.

¡SUÉLTAME PASADO!
Si nos vamos al pasado, he ahí el comienzo del problema. Sólo podemos viajar a ese tiempo a través de los recuerdos. Esos recuerdos, a su vez, se formulan a través de un complejo sistema de selección cuyo fin es mantener algunos y desechar otros. Los que se mantienen son una mínima porción de eso que correspondería a lo que fue de nuestras vidas. La representación por su parte suele venir en formato de imágenes acompañadas casi siempre de una formulación a través del lenguaje que ayuda a interpretar y resignificar esos recuerdos. Y ese es precisamente el problema. El pasado no es algo estático que “ya fue”. El pasado, como quería Sartre, se interpreta y se redimensiona, ¡incluso se inventa!, desde un presente en el que somos tal o cual cosa. Y esa tal o cual cosa termina, por supuesto, condicionándonos. Para poner un ejemplo simple, si me he convertido en escritor y profesor de literatura, los recuerdos que conciernen a cosas que puedan haber influido en tal vocación por las letras serán mucho más frecuentes que aquellos que me relacionan a un posible y aterrador pasado basquetbolístico del que casi, por suerte, no tengo memoria.
Hoy (hoy es jueves) ha coincidido conmigo en el ómnibus una maestra. Ha coincidido muchas veces, por supuesto, pero hoy yo venía pensando en mi niñez y esta maestra, que ahora es una persona mayor al borde del precipicio jubilatorio, fue importante cuando yo tenía ocho años. Hace veintiséis años, entonces, que fue importante. Mi recuerdo es de ella siendo practicante y recibiéndose con nosotros tras una clase sobre la fotosíntesis. ¿Por qué el hecho fortuito de recordar esto sucede hoy y no ha sucedido antes, cuando hemos coincidido tantas veces? Miro a la mujer a dos o tres asientos del mío y no puedo evitar sentir algo parecido a la lástima. Me miro a mí y me duele reconocer que, por supuesto, siento la misma cosa para conmigo, aún cuando soy todo lo feliz que puedo en un mundo de millones muriendo de hambre e incluso de amor.

¿DÓNDE ESTÁ EL PRESENTE?
La respuesta es sencilla: en ningún lado. No hay tal cosa. No existe. Una falacia. Parte del pasado y, entonces, pasado y nada más. Y remito al apartado anterior y al siguiente fragmento de una copla de Jorge Manrique que transcribo. Pero antes me gustaría aclarar que, mientras el lector pasea su vista y su entendimiento por la poesía, tendrá la ilusión de que la “está leyendo” desde el presente. Falso: cuando quiera acordar la habrá leído entera y todo eso junto con el resto de su vida será parte del pasado. Pero ahora, antes de leer los versos, es futuro, ¿no? Dice Manrique:

Pues si vemos lo presente

cómo en un punto s'es ido

e acabado,

si juzgamos sabiamente,

daremos lo non venido

por passado.

Non se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar

lo que espera

más que duró lo que vio,

pues que todo ha de passar

por tal manera.

Ahora, como dije, como lo dijo el mismísimo Manrique, todo es pasado.

EL FUTURO Y EL MIEDO.
Llegó a mí por insospechados caminos del éter una idea acerca del futuro que esbozaré apenas. La idea es más o menos esta: el futuro es el período de tiempo más estrechamente relacionado al miedo. ¡Claro! ¡Si parece una obviedad! Pero es por cierto llamativo que el futuro en el que deberían anidar las esperanzas sea el mismo en el que nos ciñe con sus garras el miedo. Pero claro, es imposible que el miedo se proyecte al pasado (y ya dijimos lo que opinamos de esa falacia del presente, así que mal puede afectar una cosa a otra si es que esta otra no existe).
No estamos hablando de un simple miedo al futuro, de una simple proyección. Estamos hablando simplemente del miedo en todo su poderío formal: según esta formulación filosófica, todo lo que hacemos tiene como razón ontológica el evitar algún daño físico o mental. Entonces el simple hecho de presentarnos a un concurso de méritos para determinado ascenso, o lo de anotarnos para el sorteo de un empleo estatal, todo, es una suerte de conjura (aunque mínima, claro) inspirada por el miedo. Y aquí recuerdo el miedo más profundo que todos nosotros tenemos con respecto a nuestro físico: una muerte lenta y dolorosa a una edad injusta. A tal respecto decía mi abuela, que no era filósofa en el sentido que algunos dan al término pero sí en el sentido que le dan otros: “que me muera durmiendo, que pase de un sueño al otro”. Y tuvo suerte: fue lo que le pasó.

13 comentarios:

Unknown dijo...

eeeehhh, iba a poner unos versos de Rubén Darío que me vinieron a la cabeza mientras leía... Pero he de reconocer que el último período es toda una incisión.
Que el viaje sea bueno. El del ómnibus también.

P.D.: tu palabra rara me insultó. Me dijo dounw. Pero es disléxica, pobre.

Fernanda Trías dijo...

A mí me gusta mucho el pasado. No lo siento para nada como algo perdido o que no me pertenece, sino al contrario. Es lo único que me pertenece y puedo maquillarlo, recordarlo y saborearlo a gusto. Incluso lo triste y muy triste tiene algo de fiera enjaulada. Y esto a pesar de que es una gran falacia, porque el pasado de enjaulado no tiene nada, pero --como bien decís sobre el futuro-- el pasado no me da miedo.

Lindo texto, me hizo pensar que ya no debo luchar contra la organización de mi tiempo :)

Juana dijo...

Vaya vaya... escribes justo todo lo contrario a lo que he pensado hasta aquí sobre lo que llamamos Tiempo, y en este mismo momento me veo gratamente forzada a pensar y repensar lo que pienso para dar(me) una respuesta... del pasado creo que, al igual que vos, es distinto cada vez, porque el recordar es dinámico y es desde nosotros que surge, desde lo que somos recordamos lo que fuimos; del presente, que lo traes como un destello, como el ápice de la cola de ese dragón está siempre yéndose, creí siempre que es el tiempo del “estar siendo”... pues visto de ese modo que planteas, estamos en ese no-tiempo en el cual recién fuimos "por" ser lo que seremos. Y ya que el pasado se recuerda y el futuro se imagina -Benedetti dice del futuro "esa vislumbre"- el presente se me presenta como una sumatoria de ambos ejercicios que bien podría parecerse a lo que llamamos vivir. Sigo pensando... sí, pues creo que nos enredamos en aquello que al cabo, conceptualizado, se vacía...
De algo estoy casi convencida, que en "el pasado" se construyó lo que somos y que ahora mismo estamos proponiendo lo que seremos, y no hay un destiempo, ni así tampoco un determinismo parapléjico es esto que digo, hasta el azar de hoy ha nacido ayer pero no es estático, sino dinámico pausible de ser moldeable por lo que vamos eligiendo y no...
Y si por un momento pongo mi pienso en la línea de ideas que bosquejas entonces se me ocurre que; es precisamente en ese no-tiempo donde justamente se construye el tiempo...

Jorge Abeel dijo...

Bueno ya que estamos en el alma-ser, lo mío es grave, no hay pasado, presente ni futuro, sí lo hay en la mente humana, y como yo soy un caballo según los chinos, diré: el Tiempo es el cuerpo de los elementos materiales (neuronas, aire, ideas, electricidad, etc), algo así como el espíritu de la materialidad, por eso el hombre divide, recuerda, y teme. Si bien lo más alejado del Tiempo es la luz, según los “científicos” es ésta quien más lo condiciona. Nada sabemos qué hay fuera del Universo (puede que si o que no), sí sabemos qué hay alrededor de una piedra, río, estrella, nuestro hogar, cuerpo, etc, es decir este universo se llama “Universo del Tiempo” Oh!!! Bendita INTUICIÓN, que escapas de la aritmética y trasciendes al cero, y como se dice en la entrada si no vivimos el presente no vivimos la realidad, por ende el horizonte está en mis ojos (sentidos) , puedo concluir que la Realidad está liberada del Tiempo, y al no estar en la realidad estamos dentro de una gran máquina (pasado, presente, futuro) engranajes, libertad limitada, ya que elegimos dentro del Tiempo y si reclamo mi libertad absoluta (no les cuento lo que me pasó por eso) colapsaría el universo conocido y no estoy preparado obvio para sortear el “caos”, por eso me vivo y desvivo en este círculo. Pero qué pasa: de dónde saca la idea el hombre de un Espíritu que lo trascienda todo, claro son percepciones individuales como deben ser por otra parte, unos apuestan al materialismo y otros no, por qué el Tiempo no es manejable por la “ciencia” porque ésta es su propio brazo, y cuando la intuición actúa se le atribuyen cuestiones místicas, yo digo que son efluvios de otro universo, no hablan los preparados de universos paralelos y otras yerbas, no es posible un Universo que prescinda del Tiempo, claro el humano es lo más genial habido y por haber, neuronas máxima evolución del cosmos, millones de años y no sabemos qué diablos es el Tiempo. La única manera de ser eternos es dejar de ser lo mediocres que somos, es ejecutar todos los actos fuera del Tiempo, pero el hombre no renunciará a sus “ganancias materializadas”, el Tiempo es un elemento más, petrificado y somos su parte (polvo, lodo, tierra, agua, fuego, etc). Y muriendo estamos todos no importa de qué, el negrito del pop, quería ser blanco, solo un mundo materialista se atreve a decir quién muere mejor o peor, y se equivoca en toda su percepción. Merecidos tenemos ser esclavos del Tiempo y los recuerdos están liberados de la materialidad, por eso vienen y no somos nosotros los que vamos. No me interesa el Tiempo para nada ya le daré fin, los hierros de la prisión han de corroerse y mi Intuición sobre el Todo jamás. Discúlpenme estaba en un Almacén y Bar, de los del recuerdo. Jorge.

Pedro Peña dijo...

Ignacio: ¿qué palabra rara? Disculpas, nada más lejos de mi intención... Ah..., y yo llevo el mate a Minas!!!

Fernanda: aunque parezca raro al final pienso más o menos igual, siendo que este texto es sólo ejercicio de pensamiento con apenas dos o tres filamentos teóricos. Y me gustó eso que dijiste sobre quedar pensando. El otro día me lo dijo una alumna: "profe, usted me deja pensando..." ¡Dios! ¡Qué inmensa alegría!

Trenaluna: casi repito lo que le dije a Fernanda. Y te agradezco por enriquecer el tema con esas apreciaciones.

Jorge: ese almacén y bar en el que estabas tiene más de bar, ¿no es cierto? Ahora en serio: tus palabras tienen mucho de Ducrocq y muy mucho de Pascal, sobre todo en el pensamiento de este último de que el hombre es a la vez tan miserable como maravilloso, es decir, maravillosamente consciente de su miserabilidad, a lo que otras criaturas no acceden, y esa es la diferencia, que tiene mucho de aristotélica. En fin, y sabiendo que sos un lector algo compulsivo, te los invito a leer y vas a ver cómo se te parecen.

A los cuatro, saludos y gracias, cómo no, por el tiempo.

Fabián Muniz dijo...

Es interesante lo que decís del miedo al futuro: le tememos por que lo desconocemos. Ahora bien, no siempre se le ha temido... Nuestro lejanos ancestros (en términos casi borgeanos) conocían el futuro con las runas; de tal modo que dominaban su pasado y su futuro: además si se concibe al tiempo como un "círculo" se deja de tener miedos: es ventajoso creerlo así...

Abrazo!!!
A.A

Unknown dijo...

Cropcu, esa es la palabra rara de ahora. Esas palabras no dicen, pero parecen decir. Son bastante botonas.
Endergi, me dice ahora en el segundo intento.

Pedro Peña dijo...

Che, Ignacio o cualquiera, cómo hago para sacar esas palabritas???

Ramiro Sanchiz dijo...

Creo que Borges por algún lado escribe algo parecido a estos pensamientos, pero en lugar del miedo, para él, lo que nos muestra el futuro es el lugar de la esperanza. ¿Debemos leerlo literalmente o es otra de las tantas trampas borgeanas?
"Si voy a tener un pasado, prefiero que sea de múltiple opción", dijo el Joker en una historia memorable de Alan Moore.
Los alquimistas, se supone, buscaban entre otras cosas el "secreto de la superación del tiempo". Si miramos la física cuántica actual, concretamente la interpretación -alternativa a la principal- de los "muchos mundos", "nuestro" tiempo, el de nuestra memoria es uno más en una infinidad de secuencias posibles; sumémosle la noción de la memoria reinventando las cronologías: nos movemos entre realidades alternativas cuya base quizá esté en los procesos cuánticos en las neuronas.
¿Y la "nueva refutación del tiempo" borgeana? Siempre me impactó que tras demostrar que el tiempo no existe el ensayo termine diciendo "el tiempo es un tigre que me despedaza, pero yo soy ese tigre. El mundo, dolorosamente, es real; yo, dolorosamente, soy Borges". (cito de memoria, ojo, debe haber algo modificado ahi).
También caben las experiencias de estados alterados de conciencia. Yo no he tenido grandes deslumbres en ese sentido, pero si alguno que otro de corte menor; una vez estaba parado en 18 de Julio y vi pasar en un ómnibus a una amiga, sólo que 20 o 30 años mayor. Claro, podría pensarse que era una mujer parecida pero más vieja, etc; sin embargo, mi experiencia fue indudable: era ella. Creo que en ese momento concluí que el tiempo es un fenómeno óptico, y a veces podemos "ver" otros tiempos, como reflejos capturados en las infinitas facetas de un cristal. ¿Proust?

Pedro Peña dijo...

Ramiro: estaba por escribir un post con un fuerte deja vu que tuve una vez. Involucra también un medio de transporte, aunque un poco menos convencional... Cosas que pasan...

Saludos, y gracias a vos también por enriquecer la cosa.

Jorge Abeel dijo...

Gracias Pedro, y por otro lado digo la pucha, tengo que salir a comprar algún libro y en definitiva creo que ya es hora, por otra parte retribuyo con esta frase que leí por alli y es para los profesores que andan por allí: Siempre ahí, de pie el profesor y el maestro...cuya única e invariable tarea es agrandar la comprensión que del universo tiene el estudiante, agregando que cuanto mejor sea la enseñanza, más amplia será la gama de las diferencias individuales. Un abrazo. jorge

Anónimo dijo...

Qué blog! cuánta reflexión! tenía que ser profe el autor...

Sólo un aporte... de vanidosa nomás: me llamó la atención que casi todos comentaran algo sobre la parte del futuro y la relación que le adjudicaste con el miedo...tal vez si el futuro es una construcción histórica, social y personal, el matiz de miedo que conlleva se lo adjudique el proceso histórico, social y personal del que somos parte. Solo hace falta escuchar a nuestros alumnos, su vida es un CARPE DIEM , porque todo cambia a cada instante y las crisis se suceden rápidamente, el futuro es incierto hoy... y ante la incertidumbre el miedo que paraliza...

Pedro Peña dijo...

¡Vero! Gracias por pasar por este humilde emprendimiento. ¡Corro a ver el tuyo!
Saludos y gracias también por el aporte

Pedro