La tele dice 23:22 en el lugar que marca el horario. Mi día hoy comenzó a las 05:50. Alejandra está entrando al octavo mes y ya tiene contracciones. Debo trabajar y en los ratos libres encargarme de Santiago, que intuye todo. Aclaro, entonces: estoy cansado. Por eso soy capaz de decir cualquier disparate. Vayamos al grano.
Un par de posts en distintos blogs han generado muchos comentarios últimamente. Confieso que tras la lectura de ellos y de los correspondientes comentarios mi primera reacción fue la virulencia. Pero supe contenerla a tiempo. En caliente, no habría respondido de mí. Para mi sorpresa, hoy de tarde, hace un rato, encuentro que el asunto se había complicado con citas a diversos escritores y comentarios de muchos otros bloggers, presumo que también escritores. En fin, se armó una polémica que me causó, otra vez, una enorme sensación de injusticia y una virulencia aún más jodida y que ahora contengo apenas.
Por eso y por muchas otras cosas, en lugar de ensañarme con alguien, con muchos, voy a tratar simplemente de decir lo que pienso sobre algunas cuestiones aludidas vaya a saber uno por quién.
1- Transgresión. Yo qué sé… hay escritores que transgreden y están buenos. Hay escritores que transgreden y son atroces. Yo no defiendo la transgresión. No creo que tenga un valor en sí misma ni creo que el escritor que transgreda deba ser evaluado de forma diferencial por la crítica o quién sea. No me interesa el tema.
2- Literatura versus vida. Me parece que estamos frente a una falsa oposición. Entre las múltiples teorías que cabría mencionar me quedo con aquella que plantea una idea ontológica bastante simple (mi clase favorita de ideas, creo): uno es su texto y su contexto. El escritor es muchas otras cosas además de escritor. Yo, por ejemplo, que supuestamente sería un escritor, además trabajo en la docencia, me gusta jugar al fútbol, estoy casado, no bebo, ahora ni siquiera me drogo, crío a mi hijo lo mejor que puedo en los valores en los que fui criado y de los que muchas veces renegué, ocasionalmente (intentando no morirme joven) salgo a correr y disfruto muchísimo cuando con mis otros amigos escritores jugamos ese legendario partido de fútbol en Minas. Este año la alegría más grande que me deparó la literatura fue que estos amigos me dieran un humilde pero significativo trofeo de mejor jugador entre aplausos y risas. No exagero. Lo que sentí en ese momento juro que no lo sentí en ninguna presentación de novela que me haya tenido por autor.
3- Por lo último mencionado, no creo que la literatura sea más importante o menos importante que cada una de esas otras cosas que nos gustan y nos hacen bien. Ahorramos para comprar un auto decente y lo hicimos. ¿Por qué eso está mal?
4- Mi texto, el texto de mi vida, los hechos que componen mi historia, ínfima por cierto, todo eso ha sido escrito por mí y por mis amigos. A mí me duele cuando se jode a uno de mis amigos de forma gratuita. Me duele cuando es otro de mis amigos el que lo hace. Es una especie de angustia que no puedo evitar, una opresión en el pecho, un sentimiento de profunda injusticia que me hace ponerme del lado que fue jodido. No me gusta que pasen estas cosas, que es lo mismo que decir que no me gusta que alguien, en el uso pleno de su más leal saber y entender, priorice la expresión de su más crudo pensamiento por encima de la amistad. Y que quede claro que no estoy hablando de criticar la obra o esas cuestiones. Estoy hablando de gestos de los hombres y de cómo esos gestos los definen.
5- Dani Umpi. ¿Transgresor? ¡Qué carajo me importa a mí esto! Para mí Dani Umpi es la imagen de un tipo feliz. Si para eso escribe novelas cada tanto, baila como mujer, versiona cumbias, sale con sus “amigas” o estudia pandereta, mis respetos. Usted, amigo Dani, ha logrado lo que yo más ansío: ser feliz. Es decir, espero que lo sea. Al menos se lo ve así.
6- Postura de escritor intelectual. Alguna vez la intenté y pasé vergüenza. No sé cómo las personas que la intentan no se dan cuenta de lo feo que quedan. En esta vida lo que hay que ser es hombre. O mujer. U homosexual. Es decir, para decirlo de una vez, en esta vida hay que ser sujeto. Y el sujeto es una cosa mucho más amplia que el escritor intelectual. El escritor intelectual es una mínima parte de ese sujeto.
7- Yo escribo por… Porque me gusta escribir, me divierte mucho escribir. Me llena de ilusión escribir. Creo que nací para escribir por una sencilla razón de la que nunca he hablado pero que ahora mismo viene a cuento. Corría el año 2002. Estaba leyendo de forma incontenible a Tolkien en medio de profundos problemas familiares que aquejaban a mis padres y a mi hermano, asociadas estas cosas a una enfermedad que terminó por unirnos más. Como catarsis escribía cuentos de un extraño planeta. En el 2003 decidí enviarlos al concurso literario de la IMM. El día que los iba a presentar, personalmente, llegué a Montevideo como a las diez, un poco angustiado porque en el viaje había estado pensando en mi abuelo muerto hacía poco. Desde la terminal me fui a 18 y comencé a recorrer esas pocas cuadras hasta la intendencia. Había mucho tránsito. En determinado momento veo que una pareja mira una vidriera con atención. La niña que los acompaña se suelta de la mano de su madre y empieza a correr hacia la calle. La mujer, sorprendida, grita algo. Yo corro hacia la niña y la agarro desde atrás cuando ya había dado dos pasos en la calle. Se la entregué a la mujer que me quedó mirando y dijo algo que no entendí y seguí caminando. En ese momento sentí que todo lo que había escrito bien podía ser una gran cagada, pero había valido la pena.
8- También escribo porque sueño con este futuro: Alejandra, Santi, Aynara y yo vivimos en un lugar que da a la costa en una linda casa con algunos toques rústicos. La compramos con la plata que me dan mis libros. De mañana temprano salgo a correr por la arena. Llevo a mis hijos a la escuela. Escribo de diez a doce, máximo. Me divierto mucho cuando lo hago. Preparo la comida y paso a buscar a Ale que está trabajando y después a Santi y a Aynara. De tarde leo mucho y sin presión y sin estrés. Leo sólo a quienes me gustan y puedo hacer alguna excepción con algún clásico que no deba faltar. De noche intento que Dios me escuche. Trato de no ser injusto ni hijo de puta con nadie. Estaría bueno también ver alguna película, ir al cine, hacer algún asado cada tanto con amigos. Es decir, la creme de la creme de la no transgresión. Lo bravo va a ser que mis libros me den alguna vez todo eso… Mientras tanto, a laburar. Ah… me olvidaba: ¡tengo una canoa! ¡Salgo a remar dos o tres veces por semana y hago una travesía de quince días una vez al año!
9- La literatura es un medio. Nunca un fin en sí mismo. Nunca un monstruo etéreo que se fagocita a sí mismo en su autoconciencia y en la ilusión de la autoconciencia de su “importancia”.
La tele dice 00:14. Me voy. Mi día empieza en seis horas.