sábado, 13 de septiembre de 2008

entrevista a HENRY TRUJILLO


En la efímera existencia de Talón de Ulises tuve el privilegio de entrevistar a varios escritores uruguayos (Leonardo Cabrera, Damián González Bertolino, Leonardo De León, Valentín Trujillo, Lauro Marauda, enre ellos), el primero de los cuales fue Henry Trujillo. El número uno de la publicación fue la oportunidad de encarar una charla con Henry acerca de, entre otras cosas, su última novela: Tres buitres. Después, junto a Leonardo Cabrera, presentamos el mencionado trabajo en la Biblioteca Municipal de San José. Allí conocimos personalmente a Trujillo. Pero lo que va aquí es aquella entrevista que saliera en diciembre de 2007.



CON EL ESCRITOR HENRY TRUJILLO

“Lo propiamente literario, si algo así existe, es la ficción.”



A mediados de 2007 sale a la luz TRES BUITRES, la última novela de Henry Trujillo. Talón de Ulises realizó una serie de preguntas al narrador mercedario con el interés centrado en esta obra. El recorrido entre la idea y la obra publicada, el oficio de escribir, la construcción de los personajes y la trama, fueron algunos de los puntos tocados por Trujillo. A los lectores de T de U tenemos el agrado de ofrecerles estas consideraciones de uno de los escritores uruguayos más importantes de estos últimos años.

-Desde Torquator, tu primer libro de 1993, hasta Tres buitres, aparecido en el 2007, han mediado catorce años y seis libros. ¿Pensaba aquel joven escritor de 28 años en lo que se le venía? ¿Tenía una conciencia clara de lo que era entrar en ese oficio?

-No sé si hoy en día tengo una conciencia clara de lo que es el oficio de escritor. Pero en todo caso, lo que pienso que es hoy un escritor es bastante diferente de lo que pensaba entonces. Hoy tengo una visión más modesta del oficio –lo entiendo precisamente como eso: un oficio- aunque mantengo las dos pretensiones básicas de cualquiera que se dedica a escribir, que son volverse rico y famoso. Lo digo medio en broma y medio en serio, porque tomar conciencia de que era eso lo que buscaba me permite tomar distancia de semejante estupidez y disfrutar mucho más de una actividad que, bien mirada, es muy constructiva.

-¿Cuánto tiempo transcurrió desde que apareció la idea de Tres buitres hasta que salió el libro? ¿Cómo fue el proceso de escritura?

-Creo que fue el libro que me salió con mayor facilidad. Es que yo venía de una novela muy ambiciosa y que me dio mucho trabajo –Ojos de caballo, que escribí a lo largo de diez años- y que si bien me dio muchas satisfacciones, me dejó un cierto sabor a frustración. No fue todo lo que yo pretendí que fuera. Así que cuando decidí encarar una nueva obra me propuse no romperme la cabeza. La imagen de lo que quería hacer era la de una novela corta, sencilla, algo triste pero no pesimista, inteligente pero no pesada, amena pero no trivial. Pensando en retrospectiva, creo que tenía muy presente la lectura de Celebración, de Guillermo Álvarez Castro, una de las mejores, o quizás la mejor, novela escrita en los últimos años. Recién en los últimos días he reparado en eso. Bueno, el asunto fue que imaginé una historia policial, y luego tuve el acierto de resolver de antemano el principal problema que tienen las novelas policiales: como lograr explicarle al lector todo lo que sucede. La solución clásica es que el detective explique todo en el último capítulo. Yo lo resolví metiendo la historia dentro de otra historia, así el personaje que escucha el relato que cuenta Javier Michel pregunta, de vez en cuando, aquello que el lector debe saber para entender qué sucede. Creo que esa solución alivió mucho la trama y me permitió escribirla en un año, o algo así.

-En algunos de tus trabajos, particularmente en algunos cuentos, puede verse cierta presencia de elementos inexplicables, fantásticos. Pienso en el cuento “El fuego” o “Gato que aparece en la noche”. Incluso también en algunas partes de Torquator. Tres buitres, en cambio, se desmarca hacia el plano de una realidad más llana. ¿Podríamos llamarla novela realista?

-Por desgracia, sí. Los relatos fantásticos me fascinan, pero me cuesta mucho escribirlos. Torquator, bien mirada, es una novela fantástica. Yo soy escritor realista porque otra cosa no me sale. Aunque el término que más me gusta es el de “fusión” que me propuso Leo de León cuando presentó mi novela en Minas.

-Si pensamos en los tramos descriptivos, la ciudad de Santa Cruz, los cruces de frontera, esos otros pueblitos más pequeños a la orilla del camino, la misma ruta sumida en el llano, ¿investigaste esas características o estuviste en el lugar? Cuesta creer que haya sido mera intuición...

-Es que comencé a escribir los borradores estando en la frontera entre Argentina y Bolivia. Se me ocurrió que era un buen lugar para contar algo. Y simplemente conté lo que veía a medida que el ómnibus regresaba a Buenos Aires. Yo había estado un par de semanas en Santa Cruz visitando amigos, y como el viaje lleva sus buenos tres días, tuve tiempo de sobra para imaginar. Ahora, investigar, no investigo nada. Yo tengo una profesión que me obliga a investigar todo el tiempo. Cuando escribo literatura no investigo nada. Y reivindico eso. Salgari nunca estuvo en los mares del sur, los inventó en su mesa coja. Por supuesto, se puede hacer buena literatura investigando, pero lo propiamente literario, si algo así existe, es la ficción. La pura ficción.

-Javier, el personaje principal de la novela es un típico joven con aspiraciones de irse a España. Pero eso es casi lo único que tiene de típico. ¿Cómo se construye un personaje de esas características?

-Pues, ahí sí que no sé qué contestar. Siempre me sirvió de orientación un aforismo de Nietzche, que dice algo así como que lo que constituye la esencia de muchas cosas es lo que les da su carácter de absurdo. No recuerdo bien. Pero me parece que la clave está en cierta incongruencia de los personajes. Un personaje totalmente lógico es irreal.

-Paula, el otro eje sobre el que gira la novela, es una mujer atada a un destino. En una novela donde además se plantea una relación de intertextualidad con el Hamlet shakesperiano, supongo que esa presencia de lo inevitable no es casualidad.

-Es que la referencia común es el personaje trágico. Muy en el fondo, todos mis personajes femeninos son Antígona. No me pregunten por qué. Como sea, la referencia a Hamlet ocurrió porque comencé a escribir la historia de una mujer que quiere vengarse de algo. Como no se me ocurrió nada mejor, puse que se quería vengar del asesinato de su padre. Y entonces me dije: eso es Hamlet. Lo puse como una forma de transparentar que todo el relato no es más que un acto de rapiña. Todo los relatos, mejor dicho. Y de paso: por eso también la novela se llama Tres buitres. Claro, luego a Paula le aparece un hermano, que tuve que inventar para justificar ciertos detalles de la historia, y entonces Hamlet se transformó en Orestes y Paula en Electra. A esa altura estaba harto de tanta referencia erudita, y decidí dejarlo como licencia poética. Pero más tarde leí que el origen del mito de Hamlet, según algunos, es el mito de Orestes. Entonces todo cerró. Y por si fuera poco, la segunda razón para que se titulara Tres buitres era que me gustaba cómo sonaba la frase (Tres-bui-tres), pero ni que me degollaran hubiera podido explicar por qué ese título. Sin embargo, cuando Hamlet se transforma en Electra, los tres buitres toman el lugar de las furias. O por lo menos eso creo. En todo caso, hay que creer en el estructuralismo o reventar.

-Esa mafia fronteriza dedicada al contrabando, con códigos cuya trasgresión implica la muerte, ¿cómo llegaste a elaborarla en el plano de la ficción?

-Nunca me lo pregunté. Simplemente la describí como me parece que funcionan todas las mafias. Y las mafias funcionan con la misma lógica que todas las sociedades tradicionales: jerarquía y lealtad. Eso es todo. Pero es graciosos que luego tuve oportunidad de hablar con alguien que alguna vez se dedicó a ese tipo de contrabando. Resultó que el pasaje de autos por la frontera es muchísimo más sencillo de lo que yo me imaginé.

-Ahora que ya salió y que es imposible modificarla, ¿hay algo que te parece que podría haber funcionado mejor de otra manera? Te lo planteo porque a veces, después de un tiempo, incluso con los comentarios de los lectores, puede pasar.

-En este caso he quedado muy conforme con la opinión de los lectores. Creo que ellos han quedado conformes con la novela, también. De todos modos me queda la sensación de que se pudo desarrollar más la saga de la familia Zavic. Quizás lo haga en otro momento, aunque no me gusta retomar temas ni personajes.

-Por la plasticidad de las escenas, por el dinamismo de las situaciones, la novela bien podría terminar en película. No sería la primera vez que una de tus obras se lleva al cine. ¿Has tenido propuestas al respecto? ¿Cómo te relacionás con la industria fílmica?

-No tengo ninguna relación con la industria fílmica, entre otras cosas porque no existe en Uruguay. Respecto al carácter cinematográfico del relato, tengo mis dudas. En todo caso, estoy seguro de que una adaptación de esta o de otras novelas mías sería mucho más difícil de lo que parece a primera vista. Contar imágenes con la palabra es algo muy diferente a contar imágenes con una cámara. En este caso, no he tenido propuestas. Y de tenerlas, respondería lo mismo que en otras ocasiones: encantado. Pero no es sencillo.

-Un par de aspectos que hacen más a lo personal: ¿qué tiempo le dedicás hoy en día a la escritura?

-Poco. Estoy muy absorbido por mi otra profesión, pero para el próximo año quiero dejar un espacio para escribir otra novela. Yo no escribo diariamente, sino solamente cuando tengo ganas. Que es casi nunca.

-¿Qué ha leído últimamente el escritor Henry Trujillo? ¿Alguna recomendación para los lectores de T. de U.?

-Yo siempre leo cosas viejas, casi nunca novedades. Ahora estoy leyendo Enigma para Peregrinos, de Quentin (porque un amigo me dijo que era parecida a Tres buitres), pero terminé hace poco el “Gran ensayo sobre Baudelaire” de Felipe Polleri. Me pareció brillante.

-Recientemente te ha tocado ejercer como jurado en diversos concursos literarios. ¿Por qué caminos te parece que transita hoy por hoy la narrativa uruguaya?

-Pues, me cuesta bastante hacer comentarios generales sobre literatura. Como dije antes, no sigo todo lo que se publica. De mi experiencia como jurado, me queda la sensación de que se abre de a poco una tendencia hacia lo fantástico o lo surrealista, pero esa tendencia podría ser bloqueada por los criterios editoriales, más sensibles al realismo puro y duro, o a la novela histórica.





Sobre Tres buitres (breve reseña)

La novela transcurre en la frontera entre Bolivia y Argentina, pero el protagonista es un joven uruguayo que necesita dinero para el pasaje a España. Para conseguirlo se aventura en el mundo de las mafias fronterizas relacionadas con los automóviles robados. Los mecanismos de tensión de la novela van in crescendo y el destino ciñe cada vez más a los personajes (igual que en una tragedia griega). Todo cierra en esta excelente novela de Trujillo, que recomendamos.
Trujillo nació en Mercedes en 1965, pero reside en Montevideo. Es licenciado en sociología, docente y escritor. Ha publicado: Torquator (1993), El vigilante (1996), La persecución (1999), Gato que aparece en la noche (1998), El fuego y otros cuentos (2001) y Ojos de caballo (2004).

TRES BUITRES, de Henry Trujillo. Alfaguara, Montevideo, 2007. 195 págs.

2 comentarios:

Rafael Tortt dijo...

Pedro: mis felicitaciones por este nuevo blog.
La entrevista es muy interesante.Hace una par de días pasé por aquí y estuve apunto de leerla, mas no lo hice. Y no me arrpiento. Hoy estoy termiando de leer "Hamlet". El otro día no hubiera entendido la relación que se plantea entre esta obra y el libro del Sr. Trujillo. Gracias. Un gran abrazo.

Pedro Peña dijo...

Rafael: sí, Hamlet es una gran tragedia, y Trujillo le copia muchas cosas, y además lo reconoce explícitamente. Es una linda novela, que te recomiendo. Gracias por estar.
Pedro