lunes, 10 de noviembre de 2008

DECÁLOGO PERSONAL PARA ESCRIBIR


Lo que dice mi lado racional después de haber leído esto:

Rarísimo decálogo, ya que quedó de quince puntos…
Además, ¿quién te crees que sos? Si empezaste a escribir ayer…
No…, no lo pongas en el blog, es pa´siempre, después te arrepentís…
¡Pretencioso!

Bueno..., ahí va...


1) Tener algo para decir, no una pavada, sino algo en lo que cifro mis esperanzas de iluminación del mundo.
2) Tratar de escribir bien: si elijo expresarme por escrito, debo dominar las leyes de lo escrito. Como un pintor debe dominar los cromatismos.
3) Tener fe. Si no la tengo, buscarla y rebuscarla. Si igual no puedo, huir con el pensamiento hacia el tiempo en el que aún la tenía en el arsenal de armas contra la muerte.
4) No preocuparme por nada que no sea lo que estoy escribiendo. Nada, nada, sólo vacío a ser llenado por los pesados engendros de mi pensamiento.
5) Nada de esperanza, nada de culpa, nada de divague: férrea voluntad de querer cambiar al mundo en la medida y con las posibilidades de mi inteligencia, si es que algo así existe.
6) No morir mientras escribo. O antes o después, pero no durante, ya que no hay nada más frustrante que leer una obra inconclusa debido a que el/la autor/a murió en el proceso.
7) Buscar el rasgo de estilo que me defina como escritor. Que me defina de una vez y para siempre, así me dejo de joder con eso. Después, negar ese rasgo.
8) Coherencia. Ante todo, coherencia.
9) Ahora que lo pienso bien, morir mientras escribo. Si es lo que más me gusta hacer (junto a otra cosa de la que nada diré aquí), será mejor que la parca blanca del romance me agarre en eso. Así muero feliz.
10) Como decía, un leve grado de incoherencia puede aceptarse.
11) Nada de honestidad. En los últimos días alguien elogió una novela de otro invocando como mayor virtud la honestidad. Al diablo. Quiero mentir. Quiero ser artificioso. Escribo para que piensen que soy más inteligente de lo que en realidad soy, y chau. No sé a qué responde esa suerte de trauma existencial con la cuestión de la sinceridad, honestidad, etc., pero a mí me importa un pito. Honestidad: cualidad que le viene mejor a los almaceneros.
12) Si voy a escribir barroco o neobarroco, como Carpentier, tener la precaución de no hacerlo con gastroenterocolitis. Quedan enunciados muy cortos, difíciles de retomar a la vuelta del baño.
13) Si voy a escribir parco, seco, cortante, como en algunos cuentos de Hemingway, esperar a tener gastroenterocolitis.
14) Transmitir lo trágico en tono cómico y viceversa.
15) Honestidad sí, pero en las limitaciones. Y esa honestidad no se busca ni se encuentra. Está allí donde están las mismas limitaciones de mis penosos intentos.

17 comentarios:

Fabián Muniz dijo...

1)¿Todo eso pensás antes de escribir? Faaaaaa!!!

2)¿Por qué este decálogo tiene quince items?

3)Al final, ¿Morís o no morís durante el proceso de escritura?

Abrazo!!!
A.A

Pedro Peña dijo...

Archiduque:

1) tenés razón, nadie puede pensar tanto. Creo que este texto es una abstracción de cosas que me gustaría tener internalizadas a la hora de escribir, al menos algunas de ellas.
2) remito para esto a la intro del decálogo, donde me sorprende a mí mismo un decálogo de quince puntos.
3) no sé.

Otro abrazo

PD: estaría bueno que alguno pusiera su receta, decálogo, manifiesto, etc. Total...

Damián González Bertolino dijo...

Juaaa!!!
¡Muy bueno!
Me divirtió mucho. Sacaste todos los fantasmitas que andan en la vuelta e hiciste algo muy gracioso. Un abrazo grande.

Pedro Peña dijo...

Bueno, D, esa era la idea del asunto. Que retocen un poco los fantasmitas...

Otro saludo

Damián González Bertolino dijo...

Pedro:

Esta tarde, después de leer tu decálogo, me encontré con estas palabras de Clarice Lispector:
"Dije una vez que escribir es una maldición. No recuerdo exactamente por qué lo dije, y con sinceridad. Hoy repito: es una maldición, pero una maldición que salva.
(...) Es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del que es casi imposible librarse, porque nada lo sustituye. Y es una salvación.
Salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es procurar entender, es procurar reproducir lo irreproducible, es sentir hasta el último fin el sentimiento que permanecería sólo vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no ha sido bendecida."

Leonardo de León dijo...

Pedro: hace tiempo me hice un decálogo que titulé, claro, "Decálogo del perfecto impostor". Acá va.

I- Cuando escribas, olvida que lo haces. Las verdades son inconscientes, y la razón las corrompe.
II- Usa los adjetivos que desees. Al lenguaje le gustan nuestros caprichos.
III- Las modas no sirven, viven menos que una mariposa. Que tus alas no se confundan con las otras que aletean en tu cabeza. Para volar seguro y bien, debes hallar el aleteo que te diferencie de los otros de tu misma especie.
IV- No escribas palabras vacuas. Las tonterías divierten, pero se olvidan.
V- Copia una idea de otro, la vanidad de creer que algo nos pertenece nos vuelve odiados. Además, de seguro a quien tú copias también lo ha hecho.
VI- Si quieres escribir para lucirte ante los amigos, más vale que sólo escribas cuentos verdes.
VII- No uses estupefacientes para acceder a nuevas realidades. Un sueño, o los efectos de un beso, superan al “delirium tremens” de cualquier sustancia.
VIII- Escribe siempre, aún sin papel.
IX- Recuerda los libros que leíste. Leer es escribir, y viceversa.
X- Vive tus ficciones.

Pedro Peña dijo...

D. Estoy en todo de acuerdo con Lispector. En todo.

L. Congenio con algunos de los puntos de tu decálogo, a saber: el II, III, IV, VIII y IX.

Gracias a ambos por estos aportes.

Unknown dijo...

Yo pensé en hacer un decálogo cuando vi que lo habías hecho, por eso de copiar. Sin embargo, tengo el pensamiento propio del diarreico que busca una palabra que las resuma a todas. Tal vez no la haya. Reniego de "escribir" a raíz de un libro de René Fuentes Gómez ("El mar escrito") en el que el personaje pasaba todo el tiempo diciendo que tenía que escribir, no hacía nada y encima tenía unas ideas de lo más grises. Yo arranqué como uno de los puntos del Hebert, escribiendo readas para hacer reír a los amigos. Luego, ya un poco más pragmático, no desdeñé hacer uso del verbo con objeto venéreo. Ahora, tiene algo de espiritual, catártico. Además, claro, de intentar hacer reír a los amigotes. En ese sentido espiritual, si bien me valga del arsenal lingüístico que tengo a mano, si bien disfrazo para el desfile oficial, hay una verdad que me mueve. Creo algunas cosas y, aun cuando escriba lo opuesto, lo hago con referencia a unas ideas centrales.
Pensándolo bien, debo decir que últimamente he llegado a la teoría de que todo conservadurismo y toda mezquindad son enemigos del creador. No hay que guardarse metáforas ni argumentos en la manga porque una vez que uno los suelta vienen otros a ocupar su lugar transitorio. Se trata de un tránsito, de un fluir. Quizá en mi decálogo incluya la virtud que considero debo elaborar más en mi personalidad: generosidad. Todos los puntos deberían estar al servicio de ella.

Ramiro Sanchiz dijo...

1.escribir porque no hay esperanzas
2.escribir para reinventar las leyes de lo escrito o para cumplirlas con virtuosismo, según
3.escribir para buscar una fe efímera que dura lo que la escritura
4.escribir porque no se puede cambiar el mundo, definiendo mundo como aquello que no puede ser cambiado y este pensamiento circular como escribir
5.escribir que quien escribe se muere a cada palabra escrita porque toda escritura postula un yo nacido y muerto con ella
6.escribir sin la concesión facilista de un único estilo identificable, que es problema del lector, no de quien escribe
7.escribir porque es imposible ser honesto

quedó heptálogo. Salud!

Pedro Peña dijo...

Ignacio: esa generosidad de la que hablás se refleja en tu blog. Presumo que todo va para ahí. Es decir, no te guardás nada para un concurso o esas cosas. Es decir, gracias. Supongo. Y me gustó mucho lo que planteaste.

Ramiro: ¿cómo es posible que, a pesar de que contrariaste mis puntos, yo esté de acuerdo con lo que decís? Gracias. Veo que todos nos hemos dedicado un poco a reflexionar el asunto que nos mueve, que es este pérfido negocio con las letras.

Saludos

Unknown dijo...

No todo va hacia allí: tengo dos cuentos guardados. Supongo.

Fernanda Trías dijo...

Che, ¡qué divertido!

Agrego un punto: No intentar. O al menos no intentar demasiado. Los intentos siempre se notan y rompen la hipnosis.

En cuanto a la voz personal, pienso que el que busca demasiado no encuentra. La voz de cada uno está ahí, sólo hay que escucharla, hacer un ejercicio de silencio.

Saludos a todos ;)

Unknown dijo...

Fernanda: Desmentís el clásico eslogan del Gallito Luis...

Fernanda Trías dijo...

Sí, pero creéme que me averüenza ;)

Pedro Peña dijo...

Fernanda: casi estoy de acuerdo con lo de los intentos. Lo que no entiendo es de qué te avergonzás. Estoy un poquitín lento. Debe ser la hora...

Fernanda Trías dijo...

Porque no me gusta desautorizar al gallito :))))

Pedro Peña dijo...

Y sí, Fernanda, cuando uno golpea las estructuras de esa forma no queda otra cosa que, al menos, sonrojarse...