viernes, 13 de agosto de 2010

ALGO EN TU ROSTRO (llegada y realidad)


Cuando lo vi después de diecinueve días mi mirada se cerró en su rostro. No ocurrió de inmediato. Antes, en dos segundos, vi que a esperarme habían ido no sólo Ale, Santi y Pablo sino también mis padres, mi hermano y mis suegros. Pero eso fue en dos segundos. Después, en el trayecto desde la última puerta a la valla, mis ojos sólo pudieron distinguir la cara de Santiago. Lo demás se borró rápido, se volvió oscuro y fue como esos efectos de las películas de ciencia ficción en los que se quiere dar a entender que la nave alcanza la velocidad tal o cual y se pierde en la negrura. Sólo brillaba la cara de Santiago, como un sol. Es decir, era un sol. Dijo papá y le hizo fuerza a su abuelo para tirarse por arriba del obstáculo. Lo recibí temblando y sin llorar. Siempre creí que en ese momento iba a llorar. En realidad no podía más de la felicidad. Santiago se prendió a mi espalda y después lo saqué para darle besos y él me miraba fascinado. Sentí una mano suave en la espalda y supe que era Ale. Nos agarramos los tres, que bien mirados somos cuatro, y nos dimos un abrazo de emoción y nadie lloró. Todos felices.
En el camino les conté que desde el avión había identificado clarito a San José por las luces de las calles del centro, por las luces de la cooperativa (increíble: ¡vi desde cinco mil metros, mientras descendíamos en la noche negra, los postes del alumbrado público!), por las del frigorífico que está a un par de kilómetros. Santiago no se me despegaba: habían llevado su silla para vehículos pero terminó por dormirse en mi falda contraviniendo cualquier buen consejo referido al tránsito.
Después vino la realidad: mis alumnos (parece que al menos algunos me extrañaron), mis compañeros (algunos ni se enteraron que me había ido), mis cuentas, los arreglos de la citroneta, el peso a peso hasta fin de mes –esto vino enseguida-, los conflictos y hasta los paros.
Y también más realidad: antesdeayer (miércoles 11) una noticia en la tele: “Cae ómnibus al abismo en el norte de Perú. Veintidós muertos.”
A veces pienso en el azar. En el libre albedrío. En la ilusión de que tomamos decisiones por nosotros mismos…

2 comentarios:

Grupo Belerofonte dijo...

Bienvenido Pedro!

Pedro Peña dijo...

gRACIAS BELE!!! NOS VEMOS EN ESAS CANCHAS!!!